Entrevista al actual secretario general Martín Paradelo, quien reflexiona sobre la actualidad de la CNT, su presente y futuro, así como el peso de la historia en la organización, entre otras cuestiones.
F. Hereña | Periódico CNT
Martín Paradelo Núñez (O Barco de Valdeorras, Ourense,
1981), comenzó a militar en el 2003 y es licenciado en Historia del Arte y trabajador
en varios sectores desde los 18 años. Recientemente, ha compaginado el trabajo
en el campo de la arqueología con la redacción de su tesis doctoral, “que por
fin he terminado”. Autor de obras como Con
sumo control. Consumo, control, deseo, dominación, publicada por la
editorial Piedra Papel, y La imagen en
el retrovisor. Alcance crítico de los medios de representación cinematográficos
en cuanto al sentido social del espacio urbano, editado por la
editorial Ellago. Cuando termine su gestión anhela “retirarme al grupo de
acción sindical local, donde podré por fin retomar la militancia de base”. Se
muestra convencido de que los movimientos sociales “han adaptado una
manifestación muy epidérmica de lo libertario” que ha permitido un discurso
semejante al libertario “pero que en la
práctica se ha visto vacío de contenido, reducido a la estética, o mejor, al
slogan”.
Su análisis de lo que
acontece en los últimos años percibe “la emergencia de líderes carismáticos,
arropados por nuevas masas. Yo veo los movimientos sociales post-15M más en
relación con la idea marxista de la relación asamblea popular-partido-líder carismático, que con el desarrollo libre de la organización social libertaria”.
Pregunta.-
¿Qué significa esta responsabilidad al frente de un sindicato como CNT?
Respuesta.- Para
mí y para todos los miembros del Secretariado Permanente es una responsabilidad inmensa. Debemos
estar a la altura de las exigencias de una organización que debe convertirse en
referente para la clase obrera en un momento en que esta clase obrera está
sufriendo una serie de ataques que tienen por finalidad acabar con su misma
existencia.
También por ese motivo
comprometemos toda nuestra capacidad de trabajo para aglutinar a todos los
sindicatos que conforman la CNT en la vía común de desarrollar un sindicalismo
de confrontación y no pactista.
P.- CNT fue
un referente de la lucha obrera, ¿hoy en día cuál es la situación por la que
atraviesa el anarcosindicalismo?
R.-. El
anarcosindicalismo, es decir, la CNT, está saliendo del retroceso sindical de
años pasados y está entrando con fuerza en diversos sectores y ganando
presencia en varias empresas, sobre todo en espacios desatendidos por el
sindicalismo de concertación, dado que su rentabilidad en términos de
representatividad era baja o nula. Es aquí donde entra el gran trabajo que realizan
los compañeros y las compañeras en los sindicatos y las secciones sindicales.
P.- ¿Se hace difícil el crecimiento de la afiliación en un contexto tan
complejo?
R.- El crecimiento de la afiliación es difícil, pero no solo para la CNT,
sino para cualquier movimiento de carácter colectivo. El grado de
individualización que domina la sociedad contemporánea y la magnitud de la
ruptura de los lazos sociales y comunitarios hacen difícil recuperar las
dinámicas colectivas de transformación social, y más en un momento en el que la
clase obrera ha dejado de reconocerse como sujeto. Con todo, el paso seguro de
la CNT hacia una acción sindical efectiva y una implantación social más
normalizada debe facilitar, y de hecho lo está haciendo, el crecimiento de la
afiliación. El verdadero problema reside en encontrar la forma de acelerar esta
tendencia, pues es evidente que en este momento es demasiado lenta para
nuestras aspiraciones como organización revolucionaria y para los propios intereses
de una clase obrera que, como digo, se juega día a día su existencia material.
P.- ¿Pesa el
peso de la Historia?
R.- No, lo
que pesa es la miseria del presente y la inseguridad del futuro. El
conocimiento del pasado y el reconocimiento de la herencia de lucha que hemos
recibido como cenetistas y anarcosindicalistas no pueden condicionar nuestras
luchas presentes. Es fundamental conocer el pasado para poder interpretar el
presente, pero su construcción como mito supone, al contrario, ser incapaces de
comprender los cambios históricos y las dinámicas actuales.
La historia de la CNT es una historia de grandes errores y grandes
aciertos, y debe ser analizada de forma crítica, lúcida y desapasionada. No
puede imponer un horizonte de imitación, sino una fuente de reflexión. La clase
obrera,
y con ella por supuesto la
CNT, debe ser capaz de desarrollar formas de lucha y organización eficaces en
el momento presente.
P.– ¿Goza de
buena salud el anarquismo en el Estado español?
R.– Sinceramente,
creo que no. En las dos últimas décadas tanto la militancia posmoderna,
puramente estética, y los movimientos insurrecionalistas, han provocado un daño
difícilmente reparable y que, como consecuencia más dañina, han alejado el
anarquismo de la mayoría de las personas y al mismo tiempo han fragmentado el
movimiento anarquista de forma casi irreversible, por no hablar de los ataques
al anarcosindicalismo desde todas estas corrientes, que muchas veces obedecían
a intereses espurios antes que a críticas honestas y superadoras.
P.- Nacionalismo
y anarquismo, dos conceptos antaño cuasi antagónicos que hoy se acomodan en el
discurso antiautoritario, ¿es posible un futuro que aglutine a ambas
ideologías?
R.- Yo lo veo difícil, aunque respeto a los compañeros y las compañeras que
se reclaman anarco-independentistas o que defienden posiciones similares a las
que tú me expones. El nacionalismo parte de una afirmación identitaria que se
sostiene en lo étnico que, para mí, es muy difícil de defender desde un punto
de vista no autoritario. Por no hablar de cómo la mayoría de las veces el
nacionalismo se ha articulado desde la necesidad de una toma de poder que a mí
me parece indefendible. Cosa muy distinta son los movimientos de defensa de las
expresiones populares ante los ataques de la homogeneización de lo global, que
sí que considero muy defendibles desde una perspectiva libertaria. Considero
que la defensa de la pervivencia de lo popular en su lucha contra lo global, de
lo subalterno en su lucha
contra la imposición de lo dominante, siempre debe ser asumido por el
movimiento libertario, y si a eso le llamas aglutinar ambas ideologías pues
quizás tengas razón, pero yo no veo que sea eso exactamente. Por otro lado,
creo que también habría que definir con claridad el mismo concepto de nacionalismo
y darnos cuenta de que el nacionalismo hegemónico, y que padecemos con más
intensidad en este espacio geográfico que se nombra como Estado español, es el
nacionalismo español, un nacionalismo chovinista (como todos, claro) que se
expresa con las formas degradadas de un imperialismo en descomposición.
P.- En
diciembre habrá un nuevo congreso, en esta ocasión, en Zaragoza. ¿Qué espera de
él?
R.- Yo
espero un congreso en el que se desarrolle un debate profundo sobre los
próximos pasos a dar por la CNT a nivel sindical y que desarrolle una
estructura interna operativa para los tiempos actuales. Pero bueno, eso ya es
lo que indican las ponencias recibidas para el debate entre la afiliación, y a
falta de que los sindicatos redacten las ponencias alternativas a las que se
han enviado como base, parece que la línea que se seguirá es esa, llevando
también el debate a temas importantes que la CNT había desatendido como el
feminismo. Partiendo de esta base, es difícil que las resoluciones del congreso
sean pobres o negativas, pues es evidente que responden a una necesidad que la
CNT ha percibido mayoritariamente y que cubrirá de la mejor manera.