Procés Embat se presentó recientemente en sociedad con la intención de articular un anarquismo organizado. En la siguiente entrevista nos cuentan su visión del movimiento libertario actual y sus intenciones con este nuevo proyecto.
I. Nistal | Periódico CNT
Pregunta.- ¿Cómo surge Procés Embat?
¿Por qué ese nombre?
Respuesta.- Quienes comenzamos con este Proceso Embat
sentíamos la necesidad de articular una respuesta organizada ante los problemas
que tiene nuestra sociedad en nuestro momento. Es decir, huir de los finalismos
típicos de las ideologías revolucionarias y aplicar nuestros valores aquí y
ahora en un proceso organizativo centrado en el ámbito social.
Encontrábamos a mucha gente que había abandonado el
movimiento, o estaba en proceso de hacerlo, desperdigada en numerosas
plataformas, movimientos y organizaciones sociales a veces ajenas a lo
libertario. Se trataba de volver a conectar con esta gente y seguir aportando a
sus propias luchas pero trabajando desde una perspectiva libertaria, ya que a
pesar de la distancia notábamos que seguían trabajando con nuestro propio
anhelo.
Embat significa embate en catalán, como el embate de
una ola que rompe contra un acantilado. Creíamos que el nombre era muy gráfico
de lo que queríamos significar tanto para el movimiento libertario actual como
para los movimientos sociales.
P.- Habláis de la necesidad de un anarquismo
organizado. ¿Pero eso no existe ya?
R.- El anarquismo no está organizado. Tiende hacia la
organización, pero aún no está organizado. El anarquismo en el terreno de lo
social está organizado únicamente en el anarcosindicalismo. Pero más allá es un
movimiento profundamente atomizado, con cada cual actuando bastante a su aire
sin muchas posibilidades de dar una respuesta en tanto a movimiento. Creemos
que aún estamos en una fase de colectivos y no de organizaciones. Es decir, que
la gente que se considera libertaria ha pasado de estar desorganizada u
organizada por afinidades personales (y no en base a posturas políticas) a
militar en pequeños colectivos de ámbito local. Algunos se dedican a lo
cultural, otros a gestionar un espacio (ateneos y centros sociales), otros al
barrio y otros a cuestiones sociales, pero apenas hay ámbitos de trabajo más
generales, como por ejemplo, cómo dar una respuesta libertaria al TTPI, cómo
intervenir en el tema de la vivienda, qué propuesta como movimiento tenemos
ante la sanidad, las pensiones, la enseñanza, el paro, etc. Cosas que nos
afectan a todas y que las respuestas que damos son fragmentadas y a veces
incluso contradictorias. El trabajo que se lleva a cabo en este sentido a
menudo no se hace desde el movimiento libertario sino desde las organizaciones
de los movimientos sociales, salvando la excepción del anarcosindicalismo. Por
tanto, pensamos que es necesario generar ese espacio que actualmente no existe.
Actualmente existen cada día más coordinadoras de
colectivos y grupos. Pensamos que es un paso adelante hacia la construcción de
organizaciones. Sin embargo no creemos que sea la solución. Precisamente hemos
participado en varios intentos de coordinadoras. Todas han fracasado en lo
mismo: la falta de posturas políticas compartidas. Cada grupo pensaba de una
manera diferente, e incluso dentro de cada grupo había posturas divergentes y
esto hacía prácticamente imposible poder llegar a acuerdos de gran calado. Toda
la parte propositiva quedaba en crear periódicos, hacer carteles, alguna
campaña, convocar alguna manifestación y poco más. Eso sí, esas coordinaciones
sirven para conocer a nuevos compañeros y compañeras, ver con quien puedes
trabajar e iniciar líneas de trabajo. Pero llegado a ese punto pensamos que
llega el momento de las organizaciones, en plural, según diferentes posturas
tácticas y estratégicas o formas de funcionamiento.
P.- ¿Tenéis alguna experiencia a nivel estatal o
mundial que os haya influenciado para poner en marcha este proceso?
R.- A nivel estatal bien pocas. Nuestra mayor
influencia viene del anarquismo social latinoamericano representado por la FAU
de Uruguay y la FAG de Río Grande del Sur (Brasil) y toda la larga lista de
organizaciones que han generado éstas dos en la última década. Pero a pesar de
ello, no seguimos sus líneas al pie de la letra. Queremos partir de una
realidad territorial cercana. Por tanto importar modelos del pasado o de otros
territorios tiene poco sentido.
De hecho casi que nos es de mayor inspiración la lucha
social y popular de Chiapas, de Oaxaca, del campesinado de Colombia, del
movimiento estudiantil de Chile, del Kurdistán, etc. que el propio movimiento
libertario local o internacional de los últimos años. Nuestro movimiento debe estar adaptado a los
tiempos y a las tradiciones organizativas y de lucha del territorio.
P.- ¿Por qué a día de hoy las ideas anarquistas están
muy lejos, ya no de adquirir relevancia, sino de ganar simpatías en la
sociedad?
R.- No pensamos que generemos excesivas antipatías, al
contrario, se nos acerca mucha gente que nos considera un movimiento utópico.
Eso es lo triste, que no damos sensación de que algún día podamos llevar a cabo
nuestros objetivos finalistas y a veces damos también la sensación de que no
nos lo llegamos a creer. Durante aproximadamente tres décadas el movimiento
libertario ha vivido encerrado en sí mismo. Primero en el anarcosindicalismo y
en su guerra interna, después en la contracultura y el movimiento okupa. En
cada ámbito el anarquismo era demasiado débil para dar una respuesta a los
problemas de la sociedad.
Pero pensamos que se ha recorrido mucho camino. El
ambiente ya no está tan enrarecido como en otros tiempos y hay mucha gente
libertaria que ha llegado en los últimos años a la militancia y se respira un
cambio profundo en el movimiento. Es así, desde el optimismo, la humildad, el
trabajo militante, la apertura, en contacto directo con las luchas sociales,
como podremos volver a ganar las simpatías de la sociedad.
P.- Sin embargo muchas iniciativas
de carácter social se pueden decir que beben de principios libertarios. Véase
mismamente el 15M…
R.- El 15M es la constatación de que una parte importante
de la sociedad es afín a las ideas libertarias. Pero que sea afín no quiere
decir que sea libertaria, no tiene por qué desear los objetivos finalistas del
anarquismo. Esa era la tarea del movimiento libertario. Las ideas anarquistas
impregnan el tejido de las luchas, pero siempre hay quien se las intenta
apropiar como si pertenecieran a su propia tradición. Es como el antiguo
sindicalismo revolucionario, que fue creado al margen del marxismo y del
anarquismo, y que gracias al trabajo de muchísimos militantes libertarios acabó
siendo un movimiento afín al anarquismo. En este caso tenemos que pensar que
los movimientos no son neutros, que en todos ellos hay militantes de todos los
partidos y que cada uno tiene su propia agenda. La nuestra es lograr que el
movimiento social sea autónomo, independiente de los partidos. Y logrando eso,
en la práctica, estamos consiguiendo que ese movimiento sea en el futuro un
aliado del movimiento libertario.
P.- ¿Creéis que el movimiento libertario ha pecado en
los últimos tiempos de excesivo dogmatismo? ¿Cuáles son las principales
carencias y ventajas que le veis?
R.- El dogmatismo del movimiento libertario lo vemos
constatado en su exceso de ideología. Ante cualquier problema se sacan a
colación los principios. Y los principios a menudo impiden actuar conforme lo
que exige la realidad. Por lo tanto, queremos centrarnos en la práctica. Una
práctica basada en los principios, sí, pero también en la estrategia para
lograr unos objetivos. Por eso nuestra organización será de militantes, de
personas que militan en los movimientos y que comparten las luchas cotidianas
de la sociedad. Es decir, hablamos del anarquismo como un movimiento
político-social y no sólo ideológico. Encerrarse en la ideología ha sido principalmente una excusa
para eludir una realidad que nos era adversa. Como todo lo que pasa a
nuestro alrededor choca con nuestros principios, no actuamos y lo criticamos
desde nuestros locales, desde nuestro espacio de confort. Creemos que hay que
romper con esta dinámica y confrontar los problemas que nos rodean,
equivocándonos si hace falta. El anarquismo es una herramienta para la
liberación y si deja de serlo no será más que una simple pose.
P.- ¿Qué opináis de aquellas
formaciones políticas como Podemos o Ganemos? ¿Nos han comido en cierto modo el
terreno? ¿Cómo recuperarlo?
R.- Son expresiones de un descontento de la sociedad. Ante la falta de victorias
evidentes de la calle la gente se vuelca hacia el electoralismo. En este
caso aparecen nuevas versiones de la izquierda parlamentaria. Así pues lo
libertario se opone al juego electoral como solución fácil y denuncia que el
electoralismo olvida lo que en realidad importa: empoderar a la gente. No
confiamos que se pueda lograr gran cosa desde las instituciones, ya que quien
ostenta el poder en este país es el gran capital, y no el gobierno. Los
ayuntamientos tienen relativamente pocas competencias y los logros que puedan
realizar serán exiguos. Pero tampoco vamos a quedarnos de brazos cruzados y a
dejar pasar un momento sin luchar, sin llevar las reivindicaciones populares
hacia sus objetivos e incluso trazar nuevas metas más ambiciosas. El poder debe
estar en la calle, ese es nuestro papel. Ayudar a organizar a la sociedad.
P.- Poniéndonos ambiciosos… ¿qué
objetivos os gustarían alcanzar bajo esta iniciativa? ¿Cuáles serían las etapas
para alcanzarlos?
R.- Dejemos claro que de momento somos un proceso de
organización y no una organización formalmente constituida. Esto ocurrirá
cuando las diferentes agrupaciones que componen Embat así lo decidan. Nos falta
mucho recorrido, pero en los últimos tiempos notamos un acelerón significativo.
De todas formas lo que debe crecer no es nuestra organización en sí misma, sino
la influencia de nuestras ideas y formas de hacer en los movimientos sociales y
populares. Si contamos con unos movimientos sociales autónomos y bien
politizados, y además organizados entre sí, tendremos algo así como un pueblo
organizado. El papel del anarquismo organizado debiera ser el de catalizador y motor
de iniciativas y el de evitar la recuperación de las luchas por otros
movimientos políticos. En ese momento estaremos en un nuevo estadio de luchas
en este país.