FUNÁMBULOS | DOSIER: Acción social y solidaridad | Extraído del cnt nº 428
Decíamos que faltaban jóvenes en la lucha por las pensiones públicas, dado que serán los mayores perjudicados, dentro de treinta años —en el mejor de los casos— o dentro de treinta días, ante un accidente o enfermedad incapacitante.
Que las desgracias siempre les ocurren a los demás es un sesgo humano inevitable, que va disminuyendo con la experiencia vital. A medida de que nos van ocurriendo cosas, comenzamos a vislumbrar la posibilidad de llegar a una menor autonomía. Esa toma de conciencia tiene una velocidad diferente en cada persona, pero para algunos, no llega nunca.
La lucha por derechos como la sanidad, educación, pensiones, coberturas sociales, vivienda,…, cuando es asumida por toda la clase social, garantiza un menor impacto del sesgo referido, afortunadamente. En contraposición, cuando la lucha no es compartida por diversas edades o situaciones, el sesgo es mayúsculo y las posibilidades, de incidir en la realidad, disminuyen proporcionalmente.
Caminando en los movimientos, organizaciones y manifestaciones con personas de otra edad, aprendemos de su experiencia, desde la convicción de lo que tenemos que agradecer unas a otras, por estar ahí.
Cuando vamos a reuniones con otras entidades, sentíamos siempre el orgullo de contar con tantas compañeras y compañeros jóvenes, frente a la gerontocracia visible de algunas.
Ahora el edatismo va en sentido contrario y se está ignorando o invisibilizando a personas que han dedicado toda su vida a la lucha por la vivienda, por ejemplo. Ese hombre que cada lunes protesta por las pensiones, aunque él sí tenga. Esa mujer que cada jueves está frente a su centro de salud desde el verano pasado para que no le cierren este verano otra vez.
Las personas de otra edad que están en la lucha, no son nuestros padres, no hay por qué «matarlos», desde el punto de vista psicoanalítico, claro. Mira a tu alrededor y si sólo hay personas de tu generación, algo hacemos mal.
Acabar con toda la memoria de luchas —y humanos, en ellas— para inventar todo de nuevo, es una ceguera selectiva que sólo beneficia a la camaleónica plutocracia, aparentando siempre ser nueva para seguir explotándonos como hace siglos.
¿Me parece trasnochada la abuela Carmen que arrastra su artrosis hasta la lucha de su periférico centro de salud, porque a las manifestaciones del centro no tiene quién la acompañe? Chapó, Carmen. ¿Invitamos a tomar algo con nosotras a Loren, ese compañero jubilado de mi sindicato que ha venido en tren a la mani del 1 de Mayo, aunque su hija proteste? Chapó, Loren.
La verdadera solidaridad está en los pequeños gestos.
Cada día más actual el mito de Sísifo.