¿Desaparecidos en el otro Guantánamo?

COLUMNISTAS | ANTONIO PÉREZ

La
desaparición del avión malayo MH370 no ha estimulado la imaginación racional
sino el de su contraria, la ofuscación irracional o desorden intelectivo que
nace del escamoteo de algunos datos.

Como, por ejemplo: a) el avión era un segurísimo Boeing 777 clase Jumbo -Airbus,
toma nota- y no un chapucero aeroplano del país de los piratas. b) como cabe
esperar de cualquier artefacto manejado por humanos, la diosa Tecnología es tan
equívoca y por ello tan indigna de adoración como cualquier otro dios.

Hoy,
nos aseguran que EEUU lo controla todo pero luego resulta que no encuentran un aparato
de tropecientas toneladas atestado de personas conectadas a móviles ‘de última
generación’. Atormentada por esta contradicción, la gente se ofusca imaginando
teorías arbitrarias que, sin embargo, se asientan sobre una remota base
racional: “todas las hipótesis son válidas”. Lastimosamente, lo mismo dice la
Policía cuando sus jefazos todavía no han pactado entre ellos quién debe ser forzosamente
el malo.

Una
de las teorías que hemos oído apunta a que el avión fue tele-secuestrado por la CIA y desviado después a la super-base de
Diego Garcia en el Océano Índico. Esta versión está infectada por la infantil credulidad
en la omnipotencia de los EEUU pero paradójicamente también nos regala la
ocasión para nombrar la bicha y para, haciendo de la necesidad virtud, contar
su instructiva historia:  

El
atolón Diego García alberga la mayor base y el mayor guantánamo de los EEUU pero es territorio europeo pues pertenece al
Reino Unido. En 1971, Inglaterra se lo alquiló hasta el año 2016 pero los
gringos impusieron una condición: antes debía expulsar a los dos mil indígenas
Chagosianos-Ilois que habitaban allá y que, pequeño detalle, eran ingleses con
los plenos derechos que otorga la ciudadanía europea –prohibido reírse-. Su
Graciosa Majestad cumplió tal requisito olvidándose del derecho de autodeterminación
que defiende para los llanitos de
Gibraltar o los kelpers de las
Malvinas.

Supongamos
que el avión ha estado o está en Diego García: ¿qué suerte le esperaba o espera
a su pasaje? Pues desaparecer del radar mediático como les pasó a los Ilois deportados
a Isla Mauricio. O peor aún, la suerte de los ‘guantanameros’ presos en aquella
base: desaparecer del todo en las profundidades del Índico. 

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