Derrocamos las sombras
entre las cántaras oscuras
del barro que se quiebra.
Somos una ínfima luz que persevera,
la misma, que avanza y tantea,
el rastro laborioso de la hormiga,
la levedad del pájaro,
el agua despeñándose en la aurora.
La que perenne osa
levantarse en medio de la hambruna.
Intercalando, caídas, derrumbes,
esquivos goces de alegría.
La que intuye, la brevedad
del alba en el manzano.
El ánfora vital de la colmena.