Para Hanna Arendt
Estoy en la trinchera, solitaria, aterida, apuntando a la noche
hasta apuntar el día
en un campo enemigo que oculta rostro y nombre.
¿A dónde señalar? ¿dónde está la diana?
¿por dónde llegarán envenenadas flechas?
Vivo en insomne alerta, un delirio me acoge, a cambio del dolor
me prometen guarida para mi descendencia.
Pero cuando los sueños invaden mi vigilia, estoy a la intemperie
sobre un campo de minas,
fruto de un juego pérfido de ignorancia egoísta,
cavidad por entrañas,
pozo ciego por ojos y mirada que no ven la belleza:
serenos tulipanes emblanqueciendo el odio, siembra para la vida,
también decapitados por las serviles manos del jugador
de voluntad ajena
Goya Gutiérrez