ROSA FRAILE | Valladolid | Ilustración: LARARA | Extraído del cnt nº 420
Nuestra palabra «cuidado» deriva del latín «Cogitatus» que significa «pensamiento», «reflexión». Quizás sea la razón por la que a pesar de las diferentes acepciones que tiene el término «cuidado», todas ellas implican poner en acción a nuestro intelecto junto con todos nuestros sentidos. En lo que se refiere al cuidado de las personas, éste, es fundamental para el avance y prosperidad de la sociedad. Si tenemos en cuenta que nacemos necesitando cuidados —pues sin ellos no sobreviviríamos—, que nuestra calidad y esperanza de vida está muy relacionada con los cuidados que recibimos y que por último morimos precisando normalmente bastante atención y cuidado, resulta que los cuidados ocupan como quien dice la totalidad de nuestra existencia. O bien los damos o bien los recibimos.
El cuidado de las personas es fundamental para el avance y prosperidad de la sociedad.
Reflexionar desde una óptica libertaria sobre el mundo de los cuidados es una tarea que tenemos pendiente y va siendo urgente empezar a plantearnos las implicaciones que tiene el encaje socio-económico de los cuidados. La forma en la que se organizan y estructuran esos cuidados es una cuestión política, que además es fiel reflejo de los principios e idearios que sustentan a esa sociedad. No podemos permitirnos estar al margen.
Tenemos que ser capaces de desgranar críticamente la estructuración actual de los cuidados y presentar el modelo al que queremos llegar. Deberíamos proponer y exigir cambios y establecer líneas de trabajo trasformadoras para que cuidar no sea una cuestión de género, al tiempo que ser cuidado con dignidad y sin deshumanización se garantice y establezca como un derecho fundamental.
Simplificando mucho, podría afirmarse que existen dos amplios panoramas claramente diferenciados en relación con los Cuidados, que nos obligan a realizar análisis y encajes socioeconómicos diferentes desde una óptica anarcosindicalista y libertaria.
Deberíamos proponer y exigir cambios y establecer líneas de trabajo trasformadoras para que cuidar no sea una cuestión de género.
Por una parte un cuidado remunerado, profesionalizado y especializado, con un alto grado de cualificación muchas veces y que se desarrolla básicamente en el ámbito sanitario y geriátrico: hospitales, ambulatorios, clínicas, centros psiquiátricos, centros de día, residencias de tercera edad, etc. Otras veces presenta menor grado de cualificación y se desarrolla en el ámbito privado como es el caso de la asistencia domiciliaria que gestionan normalmente las administraciones locales. Sea como fuere, tienen en común que son actividades acogidas a negociación colectiva, están remuneradas y muy feminizadas.
Y por otra parte está el cuidado que se desarrolla en el ámbito privado y familiar, no profesionalizado —por no requerir de titulación alguna para su ejercicio— y en el que incluiremos desde el llamado Servicio Doméstico, mal retribuido y al margen de la legalidad en muchas ocasiones y el trabajo de cuidado impulsado por lazos afectivos, no retribuido ni reconocido y que sortea en muchos casos las carencias económicas de las familias que impiden proporcionar a la persona enferma o dependiente los cuidados especializados que necesita, y cuyo ejercicio agota física y emocionalmente a quien cuida, además de apartarla generalmente del mercado laboral. En estos casos la atención y cuidado de quien cuida, pasa a ser otro aspecto más a valorar y analizar.
Como puede apreciarse el tema de los cuidados es muy amplio y presenta múltiples frentes, más aún si tenemos en cuenta que en el mundo occidental nos encaminamos hacia sociedades cada vez más envejecidas, lo que será un gran reto en lo que a cuidados se refiere, sobre todo para que nadie pierda su dignidad e integridad como persona, ni quien recibe cuidados, ni quien los presta. Igualmente es necesario tratar el derecho a decidir cuándo poner fin a los cuidados que recibimos.
En este gran tema de los cuidados están en juego no solo cuestiones relacionadas con la igualdad de género o el reparto sexual de tareas y roles, nos jugamos el modelo de sociedad al que aspiramos.
En este gran tema, —el mundo de los cuidados—, está en juego no solo cuestiones relacionadas con la igualdad de género o el reparto sexual de tareas y roles, nos jugamos el modelo de sociedad al que aspiramos. Sería estupendo que este dosier que aquí se presenta, sirviera para empezar a formular nuestras propuestas ya que la necesaria revolución de los cuidados forma parte de nuestra revolución social.