Villaverde, Madrid | Fotografía: Instalación de placa conmemorativa del cenetista Cipriano Mera / Comarcal Sur | Extraído del cnt nº 423
Se cumplen cuarenta y tres años de la legalización de la CNT, tras el paréntesis de la dictadura franquista. Después de casi medio siglo de victorias y derrotas, pocos lugares más a propósito para rastrear la historia reciente del anarcosindicalismo como el “local de Villaverde”, donde podemos seguir desde 1980 hasta hoy la evolución de la CNT y del conjunto del movimiento libertario.
En septiembre de 1936 el general Miguel Cabanellas firmaba, como presidente de la Junta de Defensa Nacional, un decreto ilegalizando a todas las organizaciones que los golpistas consideraban hostiles; una medida que quedó definitivamente establecida mediante una Ley en febrero de 1939. Finalmente, en enero de 1940 se establecía un sindicato único, vertical y de afiliación forzosa: la Organización Sindical Española.
Aunque partidos y sindicatos fueron condenados a la clandestinidad a la vez, su legalización no fue simultánea; desde febrero de 1977 se legalizó a la oposición moderada, aunque los partidos de extrema izquierda sólo lo fueron a partir de agosto, cuando ya se habían celebrado las elecciones: la Transición se hizo con cartas marcadas. Los sindicatos no fueron legalizados hasta abril y el día 20 de ese mes el ministro de Relaciones Sindicales –Enrique de la Mata- firmó en la Organización Internacional del Trabajo en Ginebra los convenios 87 y 98, que establecían los derechos de libertad sindical y negociación colectiva. Las conversaciones para ratificar estos convenios cimentaron el sindicalismo postfranquista; aunque estaban fuera de la ley, CCOO y UGT aceptaron reunirse con el ministro y respaldar en Ginebra al gobierno de Adolfo Suárez, mientras CNT rechazaba esta operación para blanquear al postfranquismo. Pronto sufrió las consecuencias y unos y otros comprobaron los límites de la apertura: el 1º de Mayo hubo brutales cargas policiales que en Madrid se saldaron con tres heridos graves, un centenar de leves y cientos de detenidos.
En octubre de 1976 la Organización Sindical Española se había reconvertido en la Administración Institucional de Servicios Socioprofesionales (AISS), que traspasó al Estado sus funcionarios -¡más de 30.000!- y todo su patrimonio, tanto el incautado en la guerra como el adquirido con las cuotas obligatorias de los trabajadores. Muy pronto empezó la cesión de este patrimonio acumulado a la patronal y a CCOO y UGT, marginando a CNT que en octubre de 1977 rechazó los Pactos de la Moncloa y quedó definitivamente fuera del sindicalismo oficial. También, pero con fuertes resistencias y a regañadientes, se fue devolviendo a CNT su patrimonio histórico.
Pero las organizaciones sindicales históricas no agotaban la riqueza patrimonial incautada por el franquismo al movimiento obrero. Ateneos, cooperativas o escuelas no siempre tenían, cuarenta años después, supervivientes que pudiesen exigir su patrimonio; ese era el caso de la Asociación de Ganaderos del Reino, cuya sede madrileña en la céntrica calle de León ocupó la CNT y de la que fue inmediatamente desalojada.
Hubo más suerte con el local que el sindicato vertical había levantado unos veinte años atrás en el paseo de Alberto Palacios, sobre el solar de la incautada cooperativa El pan del obrero. El edificio, ruinoso y abandonado, estaba en Villaverde Alto, un pueblo que había sido el último en ser absorbido por la ciudad de Madrid en 1956. En los años del desarrollismo había visto como se instalaban nuevas fábricas –destacaba la de Peugeot- y había crecido hasta aproximarse a los cincuenta mil habitantes, una expansión que le había acercado al barrio de Villaverde Bajo –sede de los talleres ferroviarios- y a los pueblos de Leganés y Getafe. Como una muestra más del desprecio con que los distintos gobiernos castigaron al sur de Madrid, a nadie importó que CNT ocupase un destartalado edificio a las afueras de la capital; no sabían que, como decía Durruti, las ruinas no nos asustan.
Desde que al término de la manifestación del 1º de Mayo de 1980 un centenar de cenetistas se abriesen paso en el edificio y derribasen los símbolos franquistas de su fachada, este local de Villaverde ha sido y es la sede de la Federación Comarcal Sur de Madrid de CNT, un sindicato que ha conocido tiempos mejores y peores, pero que ha conseguido quedar al margen de la convulsa historia de la Federación Local de Madrid, y que durante estos cuarenta años ha mantenido una permanente actividad sindical que en la actualidad está más viva que nunca. Como parte de la acción sindical, se ha mantenido abierta una asesoría laboral atendida por abogados y, al principio, una asesoría sanitaria orientada principalmente a la sexualidad. Allí se han celebrado plenarias, plenos, conferencias de sindicatos, escuelas de formación y un sinnúmero de reuniones, además de ser, durante unos años, la sede del Secretariado de nuestra internacional.
Sin el local de Villaverde no existiría la Fundación Anselmo Lorenzo; cuando hubo que desalojar la sede del número 6 de la calle Magdalena y hubo problemas con el espacio en el Sindicato de Transportes, en el número 29 de la misma calle, los compañeros de Villaverde acogieron entre los muros de su local a la Fundación, que allí dio sus primeros pasos y se fue expandiendo por el último piso y por el “circo”, hasta su traslado en 2006 a su sede de la calle Peñuelas.
Si es difícil imaginar un sindicato de inspiración anarquista sin una actividad cultural, también lo es sin una proyección pedagógica. En la planta baja de Villaverde estuvo durante muchos años la Escuela Infantil Pequeño Compañero, un foco de pedagogía libertaria que proyectaba su labor más allá del barrio de Villaverde, gracias al entusiasmo de las compañeras que la animaban, una tarea que continuó La Tribu.
Desde que al término de la manifestación del 1º de Mayo de 1980 un centenar de cenetistas se abriesen paso en el edificio y derribasen los símbolos franquistas de su fachada, este local de Villaverde ha sido y es la sede de la Federación Comarcal Sur de Madrid de CNT, un sindicato que durante estos cuarenta años ha mantenido una permanente actividad sindical que en la actualidad está más viva que nunca.
Además de la CNT, todas las asociaciones del movimiento libertario madrileño han tenido su espacio en el local de Villaverde. El periódico Tierra y Libertad, vocero de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), sigue teniendo allí su redacción con los compañeros del grupo Albatros, las compañeras de Mujeres Libres, hoy y en sus distintas etapas, y los jóvenes anarquistas, antes en Juventudes Libertarias y ahora en la Federación de Estudiantes Libertarios (FEL), también han dado vida al edificio del paseo Alberto Palacios.
Y, muy destacadamente, el local de Villaverde ha acogido al Ateneo Libertario del barrio. Es imposible ni siquiera resumir toda su actividad a lo largo de estos cuarenta años; entre sus muros han hablado decenas de conferenciantes y sus salas han sido testigos de la más reciente historia de la música, desde el primer concierto –del compañero Cayetano Morales-, pasando por los cantautores –con Javier Krahe y Rafael Amor entre los más asiduos- hasta el heavy y el punk o la música electrónica y experimental de Poupees Electriques. Grupos de teatro, de artistas circenses, de fotografía como Afoto… ninguna expresión artística ha quedado al margen del Ateneo. Pero, además, el local de Villaverde se ha convertido en una referencia obligada en su barrio: grupos de consumo, el 15M, la Asamblea Antifascista, la PAH…
En el patio trasero del local una placa recuerda a Cipriano Mera, aquel albañil madrileño y anarquista que en el tajo y en el sindicato construía un futuro mejor; no puede haber mejor ejemplo a seguir en los próximos cuarenta años.