Contra los impuestos del Estado y del capitalismo: Insumisión fiscal de la sociedad

COLUMNISTAS | JOSÉ LUIS VELASCO

Si hay algo odioso es la mentira, pero
mucho más odiosa es la injusticia, y si es económica mucho más, y sumadas las
dos forman la barbarie humana de la canalla capitalista y gubernamental. Eso es
lo que representa la reforma fiscal del gobierno del Partido Popular de marzo
del 2014, mentira e injusticia.

Mentira, por ser toda una falsedad de
hipocresía y cinismo los objetivos de la reforma fiscal para reducir el déficit
estatal, bajar impuestos y la creación de empleo. Injusticia, por ser toda una
injusticia económica la reforma fiscal que reduce los impuestos a los bancos,
empresas y ricos, y aumenta la carga impositiva a los trabajadores y la
sociedad.

Es una indecencia de la canalla
capitalista y gubernamental realizar una reforma fiscal con el único objetivo
de robar la riqueza social, aumentar las
desigualdades económicas y la pobreza de la sociedad, aumentando la carga impositiva
de los trabajadores subiendo el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), y, por
el contrario, reduciendo los impuestos
de sociedades de la banca y de las empresas, además de reducir las cotizaciones
empresariales a la seguridad social, reducir los impuestos sobre las rentas del
capital, manteniendo del privilegio de la tributación de las grandes fortunas
por las Sicav y disminuyendo su tributación a cero, y suprimiendo el impuesto
de patrimonio. Y sobre todo, concediendo a la banca desgravaciones fiscales de
más de 50.000 millones de euros por compensación de pérdidas en el impuesto de
sociedades.

A la indecencia se une la sumisión total
del gobierno a los dictados de la Troika (Comisión Europea, FMI y Banco Central
Europeo) sobre políticas impositivas, que en materia de impuestos dicta las políticas
de los gobiernos. Manifestándose una pérdida absoluta de la soberanía nacional,
tan cacareada y defendida por los líderes políticos, e igual de inexistente en
la realidad, sobre todo para la farsa de lo que representa la soberanía popular
de los parlamentos y las elecciones políticas.

Además la lucha contra el fraude fiscal
se centra en los trabajadores autónomos y en las rentas bajas, cuando el 80%
del fraude fiscal se concentra en las multinacionales, bancos, grandes empresas
y rentas del capital, a las que se ha concedido una amnistía fiscal y todo tipo
de desgravaciones para no pagar impuestos. Los llamados paraísos fiscales están
en la Europa del capitalismo y de los ricos, que con el secreto bancario hacen
que apenas paguen impuestos, recayendo toda la carga impositiva sobre los
trabajadores.  Pero es más, el destino de
los impuestos recaudados por los estados vuelve a la banca y empresas con todo
tipo de subvenciones y ayudas. Solo hay un contribuyente neto, el trabajador,
sobre el que recae la explotación fiscal y laboral.

El debate fiscal es otro, hay que
centrarle en los ingresos y en los gastos. En los ingresos, para que sean los
que más tienen los que únicamente paguen: los bancos, las empresas, los ricos,
las rentas del capital. Para que no reciban ningún tipo de subvención ni
privilegios fiscales. En los gastos, para que no se mantenga a ningún cuerpo
parasitario como las iglesias, ejércitos y organismos represivos de cualquier
tipo; tampoco se financie a  los
organismos burocráticos del capitalismo y del estado, tanto nacionales como
internacionales; para que se supriman los sueldos y privilegios de una clase
política parasitaria, corrupta, inepta e inútil.

Para los trabajadores y la sociedad, el
debate fiscal es la insumisión fiscal, que paguen los ricos que para eso roban
todo lo que tienen, forma de devolver lo que roban y lo que quitan a los
trabajadores con la explotación laboral y social.

El debate fiscal se tiene que orientar
hacia la igualdad económica y social, por los ingresos y los gastos. Eliminando
las diferencias económicas en el origen, estableciendo la igualdad económica
real en los ingresos, todos iguales, todos pagaríamos igual. La igualdad
económica empieza por un trabajo para todos, por el reparto de la riqueza y por
el reparto de las cargas a todos por igual. A iguales derechos iguales deberes,
no hay deberes sin derechos, no hay derechos sin deberes.

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