En los despertares, en los arrabales,
cuando los motores marcan en comienzo
de días sin marca, de jefes sin rostro
surge la acedía que revela al hombre.
Que revela al hombre, difusa acedía
entre albas oscuras y sábanas tibias
ella lo acaricia, él busca cobijo
en la vida oculta resiste y respira
Resiste y respira en los arrabales
él besa su espalda – suenan los tambores –
ella gira el rostro – ruido de pinares
que sufren exilio entre los motores.
Entre los motores se revienta el día
los músculos duelen, los brazos ofrecen
paraísos cercanos y cercanas mieses
de grano ya antiguo, de festejo siempre.
De festejo siempre: palabras livianas
toman el espacio de la madrugada
invitan al canto contra los relojes
rompen la agonía de estructuras dadas.
De estructuras dadas quiebran los caminos
invocando juntos viejos rituales
recogen aperos, agrupan recuerdos
el deseo animan y unen sus andares
Tras los despertares y en los arrabales
reinventan el día hacia otros lugares.