El pasado octubre de 2011 tuvo lugar en la ciudad de Barcelona un concierto neonazi organizado por el partido de extrema derecha Democracia Nacional, motivado por la conmemoración del llamado “Día de la Hispanidad”. Dado el contenido racista y de apología del genocidio americano, un buen número de personas se concentró contra la realización de tan insultante evento.Ante este hecho, los Mossos d’Esquadra decidieron cargar contra la concentración antifascista y el resultado fueron varias personas detenidas. Dos de ellas fueron juzgadas el pasado noviembre de 2014 acusadas de varios delitos, y tras una condena inicial a 2 años de prisión y un posterior recurso, finalmente han sido condenadas en firme a 3 años de prisión. El día 9 de julio de 2015 se les notificó que deben ingresar en prisión. Es el precio que se paga en democracia por luchar contra el fascismo.
Una de las personas condenadas, Sergi, es un compañero de nuestro sindicato. Su actividad militante le ha llevado frente a los tribunales en más de una ocasión. Y alguna que falta por venir.
Se le ha juzgado y condenado por participar de la lucha antifascista, por conmemorar el 1 de mayo, por ser parte de un piquete en una huelga general… Su larga trayectoria de lucha y compromiso lo han conducido a prisión.
Todas y cada una de las luchas por las que quieren encarcelar a Sergi son totalmente asumidas por cualquier militante de nuestro sindicato. Es por eso que también nos sentimos condenados, y por ello hacemos nuestra la campaña por su libertad. Y no sólo lo decimos como un símbolo de apoyo, sino que somos plenamente conscientes de que la represión y la cárcel son la respuesta cada vez más frecuente a las luchas que promovemos.
A Sergi no lo condenaron los neonazis. A Sergi lo condenaron los jueces. Lo condenó la democracia. Esto nos da una idea de hasta qué punto el fascismo a día de hoy cumple un papel dentro de nuestros propios sistemas de gobierno. A fin de cuentas no es sino la cara más dura y evidente de la brutalidad del estado en su afán por defender un status quo basado en la discriminación de una mayoría y la preservación de los privilegios de una minoría. Aparece en mayor medida cuanto más cuestionada es la autoridad del Estado y se mantiene latente en su papel más marginal en los momentos en los que la “democracia” se vale por sí misma para controlar a las disidencias. Sin embargo, para el Estado, el fascismo siempre es útil. Y por tanto, luchar contra él, es un delito.
Nosotrxs tenemos claro que cuestionar el fascismo de forma profunda implica un cuestionamiento de la mera existencia de la autoridad, del gobierno. Creemos que las personas son plenamente capaces de gobernarse a sí mismas, sin la necesidad de una ley, una policía o una cárcel. De ahí que nos hagamos llamar antifascistas y que nos posicionemos de parte de todas aquellas personas que por enfrentarse al miedo y a la autoridad han sido represaliadas, torturadas e incluso asesinadas.
Para el Estado, luchar contra el fascismo es un delito. Para nosotros, una responsabilidad.
¡Sergi libertad!
CNT-Barcelona