Claro que me abstengo

ENRIQUE HOZ

Cuando escribo este texto queda menos de una semana para las Elecciones Generales del 28 de Abril y, lo voy a confesar, he visto los dos debates que los cuatro candidatos (Sánchez, Rivera, Iglesias y Casado) han tenido en la “Caja Tonta”.

No voy a hacer más mención a los debates salvo para recomendárselos a quien no haya podido verlos porque algunas intervenciones bien podrían integrar un programa antológico de El Club de la Comedia. No ha sucedido nada que no me esperase. Más de lo mismo, del “reality show” de la política de poltrona, de lo habitual en las semanas previas a un plebiscito como el que nos espera el próximo domingo.

Algunas intervenciones en los debates bien podrían integrar un programa antológico de El Club de la Comedia

Mi intención no es explicar por qué me voy a abstener de votar, ya resulta cansino a estas alturas de la vida, pero sí quiero señalar que más cansino resulta escuchar el clásico sermón en el que se pretende hacer responsables de no se qué hecatombe a quienes practicamos la abstención.

Esta especie de nerviosismo obedece a la irrupción en escena de VOX. Ha tenido que llegar el año 2019 para que alguno se enterase de que el espectro político conocido como ultraderecha existe en el Estado. Hay que estar un poco perdido para no saber que los cafres de la España Una, Grande y Libre han estado durante varios lustros tranquilamente acomodados en la retaguardia del PP ya que no tenían motivos de peso para dejarse ver. A lo largo de los últimos años, estos patrioteros estatales se han asomado al circo político gracias a unos vergonzantes medios de comunicación que han ido normalizando los discursos supremacistas hasta que, finalmente, el momento político que ha generado la “tensión” entre España y Catalunya ha espoleado a lo más casposo del españolismo para irrumpir con el pecho henchido de ardor guerrero ya que la España Una, Grande y Libre no se toca.

Ante este panorama, los abstencionistas vamos a tener una responsabilidad directa, así nos lo quieren hacer creer, de que varios sillones del Parlamento estatal vayan a ser ocupados por la ultraderecha.

Que yo sepa, VOX está pidiendo el voto, de lo cual se puede deducir, sin ser un sesudo analista político, que el aterrizaje de VOX en el Parlamento, de darse, será propiciado por quién vote a esa formación. Por si alguien sigue sin enterarse, conviene recordar que VOX se fundó en 2013, que sus resultados en las citas electorales a las que ha concurrido han sido insignificantes hasta las Elecciones al Parlamento de Andalucía de 2018 en las que ha obtenido el beneplácito de casi 400.000 votos (6,29% de votos sobre el Censo Electoral). Esos casi 400.000 votos son los que han propiciado que VOX ocupe sillones en el Parlamento de Andalucía, sin olvidar las facilidades que da la Ley D’Hondt transformando un 6,29% de votos sobre el Censo Electoral en una representación parlamentaria del 11%.

El aterrizaje de VOX en el Parlamento, de darse, será propiciado por quién vote a esa formación, no por la abstención.

Resumiendo, los sillones del Parlamento se van a ocupar gracias a los votos obtenidos por cada formación más el falseamiento del resultado de las urnas a través de la Ley D’hondt que otorga un reparto de escaños que no se corresponde con el balance total del Censo Electoral. Aclarado esto, es hilarante cargar la responsabilidad en la abstención como si quienes votan no existiesen o como si el Sistema Electoral no fuese un trucaje.

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