Mi nombre es Julio Reyero y desde hace algunos años vengo realizando charlas, sobre la religión en general y sobre la Iglesia Católica en particular, para los Grupos Anarquistas y Sindicatos de la CNT que así me lo han pedido. El 27 de junio del año pasado el Sindicato de Toledo y el Grupo Anarquista Pétalo contaron conmigo para realizar una conferencia que llevó por título: “Fundamentos, Actitudes y Comportamientos de una Organización Criminal: La Iglesia Católica”. El día anterior a la charla se organizó un pequeño revuelo porque el diario local “El Día” lo sacó en portada y página entera con opiniones amenazantes sobre ello de partidos políticos y sindicatos del régimen. Tras comentar el hecho y ponerme a su disposición, los compañeros entendieron rápidamente y al unísono que callarse era el principio del fin, y continuaron con lo programado.
El día de la charla el periódico volvió a hacer ruido diciendo que era casi delictiva (en declaraciones de políticos de turno llamados para la ocasión) mientras el arzobispado amenazaba con medidas legales pero no se pronunciaba. A la hora de comenzar se presentan dos periodistas de ese mismo medio diciendo con bastante chulería que vienen a grabar el acto y a sacar fotos. Se les dice que si quieren se pueden quedar a oírlo, pero que no van a tomar ninguna foto mía ni por supuesto a grabarlo para enviar después a sus matones a romperme la cara. Me acordaba perfectamente del artefacto explosivo colocado en el camerino de Leo Bassi durante la representación de su obra “La Revelación”, de la amenaza de bomba en la librería “Margen” de Valladolid durante la presentación de un libro contra la Iglesia de Fernando de Orbaneja o de la paliza que recibió en el Círculo de Bellas Artes el autor de la obra “Me cago en dios” a manos del nieto de Blas Piñar y otro fascista. Así que tras 5 minutos de exposición abandonaron el auditorio, para volver al día siguiente a hablar de nosotros en su basura de periódico reaccionario diciendo que “la CNT veta a El Día para grabar y tomar imágenes”.
El acto por lo demás estuvo bastante bien de asistencia, creo que los compañeros quedaron satisfechos, hubo un ameno coloquio y nos despedimos con un buen sabor de boca. Pero algo más de un año después aparece la policía en el local del Sindicato en Madrid con una citación judicial para mí, que recoge un compañero. En ella me “invitan” (si declino la oferta cursan orden de detención) a presentarme el día 16 de noviembre en los juzgados de Madrid para tomarme declaración por una querella procedente del Arzobispado toledano en la que se me acusa de “un delito de provocación para la discriminación” (se entiende que de los católicos), “en conjunción ideal con un delito de escarnio de los sentimientos religiosos”, al parecer ambos tipificados bajo los artículos 510.1 y 525 del vigente Código Penal. Por todo ello me piden 30.000 euros (porque ya sabéis que esta gente trabajar no sabrá, pero pedir…).
Me he puesto en contacto con el SP del Comité Nacional de la CNT y me han asegurado la asistencia jurídica de que se dispone. Además, después de pasarles el documento de la querella me han dicho que no ven el asunto nada mal para salir airosos. De momento igual tienen bastante conmigo, pero hay que ser conscientes de que en el mismo documento se solicita al juez la investigación del teléfono y el apdo. de correos de nuestros compañeros de Toledo para dirigir la querella también contra ellos como “CNT-FAI”, dicen.
El problema que se nos presenta, es que incluso saliendo indemnes hay que preparar una cantidad de dinero para el abogado. Según me han dicho podría salir por unos 1.200 euros, que habría que intentar tener para el día de la declaración, aunque creo que podremos obtenerlo (ya he recibido ofertas de solidaridad y mi situación personal no es mala).
A partir de estos sucesos la reflexión me lleva a cuidar las formas (nunca el fondo) para evitar este tipo de problemas, pero creo que todos entendemos que de ninguna manera se puede aceptar el silencio como resultado de la amenaza judicial o policial del Estado. Si algo nos queda es la palabra, por más que le duela a la peste sacerdotal, terrible enemigo de la libertad que buscamos.
Recibid un fuerte abrazo libertario.
Ni dios, ni amo.