Botellazo en Davos

COLUMNISTAS | MONCHO ALPUENTE

Se reúnen en Davos los poderosos de la Tierra para reírse de los que nada
poseen, fingen interesarse por sus problemas, esos que ellos mismos han creado
y, en un rizar el rizo de la desfachatez y la ignominia, se atreven a proponer
soluciones, siempre a largo plazo y firman compromisos que nunca  cumplirán porque cualquier solución global
perjudicaría sus intereses y mermaría sus patrimonios intocables.

Más de cien
empresas multinacionales financian estos encuentros en los que políticos,
empresarios y cómplices debaten, entre ágape y ágape, sobre lo mal que comen
los pobres de la Tierra y deciden repartirles sus sobras en pequeñas dosis para
que no se atraganten..

A las puertas de esos foros blindados se agolpan los
antisistema y sus protestas perturban la digestión de los debatientes en la
sagrada hora de la siesta. De la importancia de este último Foro de Davos para
el gobierno español dan fe los delegados enviados. Con las prisas no les dio
tiempo a enviar los currículos y las páginas de Ana Botella y José Manuel
Soria, alcaldesa y ministro, aparecen en blanco lo que resulta un alivio para
todos, la biografía política de la Botella es de sonrojo y bochorno y la de
Soria no va mucho más allá, los problemas y las explicaciones sobre la factura
de la luz  en España ocuparían un montón
de folios para no explicar nada, pues los misterios de la energía son
insondables e inescrutables.

En
sus intervenciones en el Foro de Davos, Ana Botella señaló la importancia que las
ciudades van a tener en el futuro, “porque en las ciudades vive mucha gente con
inquietudes” una frase que hubiera sonrojado al mismísimo Perogrullo. También
habló la alcaldesa de que en Madrid y bajo sus auspicios ha surgido un nuevo
“ecosistema de emprendedores” que están creando miles de empresas todos los
días aunque no las veamos porque somos hombres y mujeres de poca fe. Ana
Botella declaró en su día que lo suyo no era la política y que ella jamás se
dedicaría a la política y lo está cumpliendo, está en política pero no ejerce,
habla pero no dice, hierática como un mascarón de proa, en Davos y en La
Cibeles, Ana Botella es la Gorgona, nuestra Medusa de cartón piedra que
petrifica con la mirada cuanto toca.

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