Arrepentidos

COLUMNISTAS | ENRIQUE HOZ

La Dirección de una fábrica contrata a una
persona concreta a la que promete un cargo de responsabilidad y llegar muy
lejos en la empresa. Desde el primer momento le han aleccionado bien en los
despachos sobre quién es el Delegado Sindical de la CNT, al que, al mismo
tiempo, debe ignorar y vigilar.

En dos años, este aspirante a “latiguillo
antiobrero” apenas ha dirigido unas palabras, marcando las distancias hacia el
militante anarcosindicalista hasta que un buen día le propone quedar para
hablar. La baraja se ha roto, el buen rollito directivo se ha ido al garete
fruto de un pequeño roce que ha adquirido grandes dimensiones y el que aspiraba
a ser un alto cargo acaba probando el sabor del despido. Despechado, herido en
su orgullo por aquellos a los que rendía vasallaje, qué mejor que desahogar su
frustración contándole con detalle al de la CNT los minutos de las reuniones que
se dedican a diseñar la estrategia de represión sindical contra ese trabajador “conflictivo”.
Por supuesto, en su versión sale indemne de toda culpa y su inocencia no es
cuestionable. Un cargo medio que dice recibir órdenes de Los de Arriba. Sí, pero no. Claro que en su estructura jerarquizada
hay órdenes, pero también un tanto por ciento de complicidad.

Este primer ejemplo, que se basa en hechos
reales, me ha venido a la memoria a raíz de enterarme del anuncio por parte de
la Generalitat Valenciana de cerrar Canal 9. Por tal motivo, los trabajadores
de esa televisión han denunciado públicamente el silencio mediático que impuso el
Partido Popular sobre el tema del mayor accidente de metro de la historia del
Estado Bananero Español, ocurrido en la Línea 1 del Metro de Valencia el 3 de
Julio de 2006 y que costó la vida a 43 personas.

No comparo ejemplos. La extrema gravedad del
segundo aplasta la simpleza del primero. Sólo quiero hacer hincapié en la
figura del “mandado”, ese sujeto que vive aspirando todo el hedor de las
cloacas y que decide hablar cuando le comunican que para él no hay mierda. Una
puta nómina no es excusa suficiente para ese comportamiento.

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