Anarquismo social o anarquismo personal. Un abismo insuperable

Anarquismo social o anarquismo personal. Un abismo insuperable
Murray Bookchin
104 páginas
Virus, Barcelona, 2012

En este libro fundamental, Murray Bookchin desarrolla una contundente y sólida crítica a las corrientes anarquistas individualistas de las últimas décadas, y que muestran a este autor como uno de los más fértiles pensadores ácratas del siglo pasado (recordemos sus aportaciones al municipalismo libertario o su impresionante La ecología de la libertad). Escrito en 1995, justo cuando dichas corrientes empezaban a difundirse en el Estado Español, especialmente entre sectores de grupos de jóvenes libertarios, está precedido por una concisa pero excelente contextualización de Juantxo Estebaranz.

Partiendo de que «sus preocupaciones por el ego y su singularidad y sus conceptos polimórficos de resistencia están erosionando lentamente el carácter socialista de la tradición libertaria», el autor se detiene en varios autores y tendencias: el insurreccionalismo, el primitivismo o teorías antirracionalistas, neomísticas y de crítica a la tecnología y a la civilización industrial. Estas avanzan, en su mayoría, de las aportaciones de un individualismo criticado en su día por Bakunin o Kropotkin. De hecho, indica que, ya entonces, fueron interpretadas como «un lujo exótico de la pequeña burguesía, […] un capricho de la clase media, mucho más anclado en el liberalismo que en el anarquismo». A su vez, Bookchin señala que dichas corrientes se basan en un «estilo de vida» (Social Anarchism or Lifestyle Anarchism es el título original) que se desentiende de la revolución social en pos de una autorrealización hedonista, y que cae en amplias y profundas contradicciones con los presupuestos que pretende defender.

Con un tono punzante y polémico, pero que no esconde una profunda reflexión teórica, poniendo sobre la palestra las fuentes directas, Bookchin revela sus motivaciones narcisistas («socialmente inocuas», subraya) y cuestiona la prevalencia del egoísmo, la fundamentación en el mito del individuo plenamente autónomo, su esteticismo y, en el fondo, la falta de compromiso real. Crítica, por tanto, una actitud elitista, arrogante, atravesada por el nihilismo posmoderno, que elude la responsabilidad y que cae en la frivolidad y que no busca más que la complacencia inmediata de los impulsos. Así, consiste en una encendida denuncia de teorías y prácticas políticas que encubren planteamientos pequeñoburgueses bajo un discurso contestatario y antiautoritario.

En cualquier caso, es importante destacar que, lejos del dogmatismo, Bookchin no postula una denominación única de anarquismo, pues no excluye estas tendencias dentro de él, sino que apuesta por añadir adjetivos para fijar las corrientes, a pesar de mantener (a mi juicio) posturas incompatibles. Por eso, formula la concreción práctica (no podemos olvidar sus fundamentales aportaciones acerca del municipalismo libertario o las tesis de La ecología de la libertad) de su postura en cuatro principios: confederalismo municipal, oposición al Estado, democracia directa y comunismo libertario. De esta forma, Bookchin apuesta por una anarquismo social que incide en el compromiso para/con la comunidad, en la construcción de organizaciones revolucionarias; que busca, en definitiva, una sociedad libre y justa para todas/os y no sólo para unas/os pocas/os que puedan permitírsela.

En suma, esta obra resulta una reafirmación de «la necesidad de un enfrentamiento organizado, colectivista y programático al orden social existente»; del anarquismo social como firme proyecto de emancipación de clase.

Alberto García-Teresa

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