Valladolid | Ilustración de Jaume Molera | Dosier Ecología social | Extraído de CNT nº 424
Desde un planteamiento de respeto a los recursos naturales se puede alimentar a todos los ciudadanos sin incrementar la superficie agraria mundial, sin acudir a deforestaciones masivas, reduciendo la utilización de energía fósil y por supuesto sin utilizar tecnologías que pongan en jaque la supervivencia.
Es necesario desarrollar modelos alternativos que sean capaces de producir alimentos de una manera justa para todas las personas, es preciso recuperar el contenido social y ético del sistema de producción para ofrecer alimentos limpios, un modelo con la vida, con la salud, con los tejidos sociales rurales, implicado en la conservación del medio natural. Un modelo que recupere, actualice y ponga en valor culturas y saberes.
La ingeniería ecológica, la agronomía, el conocimiento y el saber de las familias campesinas, el reciclaje, la conservación de los recursos, son las herramientas para el diseño de un nuevo modelo de producción de alimentos. La participación, la cooperación, las ideas, los sueños y las inspiraciones de todas aquellas personas implicadas en el propio desarrollo de un sistema alimentario multifuncional que sea capaz de recuperar la memoria agraria y la autonomía (de productores y consumidores) partiendo del manejo de parámetros de calidad, de gestión racional y sostenible de los recursos naturales, y de mantenimiento del medio social.
Agroecología es apoyo mutuo, es pensamiento abierto, es rebrotar lo que fuimos, lo que somos, los saberes campesinos, la palabra, la salud, la semilla, los aromas, los colores, la diversidad, los abrazos.
El pensamiento agroecológico no tiene límites, se fundamenta en la justicia social , en la equidad y en la solidaridad, en la multifuncionalidad del entorno, en los servicios ecosistémicos que proporciona el medio natural, en el paisaje, en la biodiversidad, en los suelos como entes vivos, en la población, en su cultura, en sus ritos, en sus tradiciones y sus saberes. Agroecología es apoyo mutuo, es pensamiento abierto, es rebrotar lo que fuimos, lo que somos, los saberes campesinos, la palabra, la salud, la semilla, los aromas, los colores, la diversidad, los abrazos. Todo aquello que nos fortalece como sociedad. El apoyo mutuo y la participación como estrategia fundamental del cada día, de la vida.
Justicia social y equidad como ejes vertebradores. La reflexión colectiva sobre lo que necesitamos, sobre nuestra salud, sobre la comida, sobre el territorio, sobre todas las situaciones que afectan nuestra vida. Mientras tanto, relocalizar la agricultura, la vida. Crear formas de control colectivo, de toma de decisiones.
Debemos pensar en un cambio de modelo en la producción y en el consumo hacia un modelo orientado hacia el bienestar común y no hacia el lucro privado. Diseñar una hoja de ruta adecuada que tenga un impacto inmediato. Desarrollar un cuerpo de técnicas y de alto resultado a corto plazo apuntando a la sostenibilidad del sistema. Partiendo de la base de que desde los principios de manejo que propone el enfoque agroecológico se deben construir propuestas adecuadas a las diversas realidades sociales y ecológicas. Necesitamos comprender que no es el planeta el que está en crisis, sino el modo de habitarlo.
La agroecología es una respuesta creativa ante esta necesidad, la urgencia y la suerte de abrir caminos en un momento que va a requerir cambios fundamentales en la forma de vivir y de comportarnos.
El «Green New Deal»
Las instituciones y las grandes corporaciones nos proponen la firma de un «pacto social» para pintar de verde un sistema insostenible desde cualquier punto de vista; el «Green New Deal» propone desarrollar regulaciones ambientales basadas en la idea de que el modelo de producción ecológica puede ser más rentable que el modelo convencional con el que se produce actualmente. Es decir, que se lograría a la vez, en teoría, un beneficio ambiental y un beneficio económico. Hace tan solo unos días la Comisión de la Unión Europea publicaba su estrategia «De la granja al plato», basada en la misma filosofía de este pacto verde, no hay compromisos de transformación, tan solo mas de lo mismo con otros colores.
El modelo agroecológico va mucho más allá de unos sistemas certificados, las más de las veces firmados y evaluados por empresas privadas, que solamente plantean un reducción y sustitución de insumos (la regulación del trabajo en el campo, el respeto a las personas, ni entra ni se lo espera en los reglamentos de producción ecológica de la UE). En cambio, el modelo que proponemos desde la agroecología es un modelo armónico e implicado en y con la naturaleza, un modelo que sirve a la sociedad, un modelo alejado de la lógica capitalista, en el que los alimentos dejen de tratarse como meras mercancías para el negocio. Nuestra salud, la salud, nuestra alimentación, la alimentación, el equilibrio global de la naturaleza no pueden depender de la rentabilidad económica de un agronegocio dirigido desde fondos de inversión y despachos transnacionales, un agronegocio al que cada vez le cuesta más esconder el saqueo y el envenenamiento. Los requerimientos del capital son netamente contrarios a los del medio natural.
El enfoque agroecológico implica la aplicación de ciencias agrícolas y ecológicas combinadas con los sistemas campesinos de conocimiento. Para las personas que apuestan por la agroecología, el punto de partida en el desarrollo de sistemas agrícolas sostenibles y resilientes son los mismos sistemas agrícolas que los agricultores tradicionales han desarrollado y heredado a lo largo de los siglos. Tales sistemas agrícolas complejos, adaptados a las condiciones locales, han ayudado a agricultores y agricultoras a manejar de manera sostenible los ambientes hostiles y a satisfacer sus necesidades de subsistencia, sin depender de fertilizantes químicos, de pesticidas u otras tecnologías de la denominada agricultura 4.0.
El término «Sostenible» no es suficiente, es lo mínimo, es solo mantenimiento, no se trata de destruir un poco menos, destruir un poco menos no es proteger el medio ambiente, se trata de aportar para promover más vida y regenerar la tierra. No se trata de hacer cosas que no son tan malas para otros, sino más bien hacer cosas que sean buenas para el planeta y sus habitantes.
Un «Green new deal», un nuevo pacto de verde de sonrisa alegre y verde, tecnocracia pura y dura, ingeniería de leyes para adaptar la «nueva economía» al cambio climático pero que en ningún momento cuestiona ni la alteración del equilibrio de los sistemas naturales (el desequilibrio ecosistémico global), ni la destrucción directa de hábitats, ni la pérdida de biodiversidad, ni la intensificación agrícola y ganadera, ni la deforestación salvaje, ni el despilfarro de los recursos naturales.
Una sublevación ecológica. Un nuevo compromiso que debe partir de asumir una estrategia hacia la transición agroalimentaria desarrollada desde abajo y que tenga en cuenta las demandas sociales, una transición solidaria y justa. Esto requerirá un cambio radical en la estructura de la producción y de la distribución, favoreciendo la agricultura familiar campesina, la producción local y de proximidad, el acortamiento de los sistemas de distribución y consumo.
Defender la vida, la vida sencilla, la vida justa, defender lo común, defender los cuidados, lo que nos une, en tiempos históricos de pandemia, debe ser el objetivo primero, por encima de todo. La crisis del covid19 nos ha sorprendido a todos y nos encontramos, de súbito, desubicados y con problemas que resolver, es urgente mejorar las infraestructuras sociales, aumentar la disponibilidad de alimentos, facilitar el acceso de las familias campesinas a la tierra, a los recursos financieros, al crédito y a la financiación, permitir las inversiones en la producción agroecológica, establecer sistemas de renta básica para estas familias, es necesario ampliar el máximo posible la superficie de cultivo en armonía con la naturaleza. En eso estamos, recuperando el sentido de las palabras «Alimentación» y «Agricultura».
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