8M. Las mujeres trabajadoras estamos desbordadas. Y estamos hartas

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Las mujeres trabajadoras estamos desbordadas. Y estamos hartas

Hartas de soportar plenamente y sin recursos la responsabilidad de los cuidados. Hartas de la división sexual del trabajo que feminiza sectores convirtiéndolos en más precarios e invisibles (limpieza, alimentación, sociosanitario, enseñanza, etc.), a pesar de ser imprescindibles para el engranaje de este sistema. 

Ya son 2 años de gestión de la pandemia de la Covid-19, y en este tiempo se ha demostrado una y otra vez que cada crisis nos golpea duramente a las mujeres. 

Estamos desbordadas y hartas porque seguimos sin ver ningún cambio que acabe con la brecha salarial, porque continúa agudizándose la precariedad y la falta de contratación de las mujeres. Es un hecho que las mujeres cogemos más excedencias no remuneradas para encargarnos de los cuidados y que somos nosotras las que, en caso extremo, decidimos no incorporarnos al mercado laboral para atender a las personas que dependen de nosotras. Desde el inicio de la pandemia, el número de mujeres en esta última situación ha aumentado en 150.000. 

Todo esto, además de desbordarnos, nos empobrece.

El teletrabajo, que parecía la solución en el ámbito laboral ante la pandemia, nos ha enseñado la otra cara de la moneda, dado que lo asumimos más nosotras que los hombres y esto acentúa nuestra labor como cuidadoras y afecta a nuestra promoción. Es importante ver que aquí no solo hay brecha laboral, sino que existe una brecha de clase. Y esto, también nos desborda.

La parcialidad en los contratos es muchísimo mayor en mujeres que en hombres. 

Somos nosotras las que cargamos con la mayoría de los trabajos relacionados con los cuidados y nos vemos en la necesidad de reducir nuestra jornada laboral para hacernos responsables de trabajo no remunerado. Además, del total de mujeres ocupadas, el porcentaje más alto (29,0 %) corresponde a la ocupación de los servicios de restauración, personales, protección y vendedores. Socialmente, se conoce que estas ocupaciones no solo están feminizadas, sino que además son objeto de fraude en la contratación: jornadas parciales que de forma efectiva son jornadas completas, etc.

La mayoría de las mujeres migrantes residentes están desempleadas o no cuentan con contrato laboral regularizado, y son muchas las que se encuentran en situación administrativa irregular. Hay que acabar con la explotación laboral a la que están sometidas estas mujeres, que no denuncian por miedo a ser expulsadas, y exigir al Gobierno su regularización.

El Régimen Especial de Empleadas de Hogar es esclavista, sin derecho a prestación por desempleo, sin acceso a la ley de riesgos laborales. El despido es sin preaviso ni indemnización, sin contar la imposibilidad de pedir bajas ni permisos por miedo al despido. Tampoco existe el derecho de readmisión como ocurre en el resto de sectores.

No podemos olvidar el maltrato y abusos que sufren las empleadas en algunos lugares de trabajo.

Qué decir del atraco a nuestras pensiones. El logro que nos vende el Gobierno “más progresista de la historia”, junto con los ministerios sindicales, no es más que el timo de la revalorización de pensiones y un paso más en la privatización del sistema público de pensiones. Cuando millones de hogares subsisten a duras penas con la pensión de una mujer, bien sea jubilada, viuda o por discapacidad; en lugar de utilizar el IPC interanual (5,6 %) para la revalorización, toman el IPC promedio (2,5 %). Y no sólo este año, olvidémonos de recuperar el nivel perdido en los últimos años.

Se hace lo mismo en los convenios: que aceptemos pulpo, como animal de compañía.

No piensan aumentar el coeficiente de la pensión de viudedad, que debería ser un 100 %, pero a muchas no se les llega a reconocer ni el 60 %, que es seguir en la miseria. 

La otra agresión al sistema público de pensiones son los planes privados de empresa. Equivalen al descuelgue de los convenios, pero peor: debilitan nuestra capacidad de negociación, se escapan del control público, podrán ser corrompidos y disminuyen los ingresos en el sistema.

Todas somos o seremos pensionistas. 

Para tener una pensión digna hay que empezar hoy, luchando por nuestros derechos colectivos, contra las discriminaciones que dificultan la independencia económica y denunciando que este calvario laboral se traduce en una peor pensión. Avanzar es tomar conciencia de que el problema de las pensiones de las trabajadoras va unido al resto de condiciones laborales y vitales que se soportan.

Y, por si fuera poco, la gota que colma el vaso: una nueva “reforma laboral” en la que nada cambia para nosotras: la temporalidad sigue sin resolverse, a pesar de que quieran maquillarla, llamando «indefinidos» a contratos que permanecen atados a una naturaleza temporal, y sin tocar las causas de los despidos ni las indemnizaciones. Tampoco se resuelve la cuestión de las subcontratas y la externalización de trabajadoras, cuyas consecuencias las van a padecer sectores tan precarizados como el de las kellys.

Las desigualdades y discriminaciones que sufrimos las mujeres son estructurales y son consecuencia directa del actual sistema capitalista y patriarcal, que utiliza la violencia y todos los recursos a su disposición para mantener el orden social impuesto, y así, conseguir que las estructuras del sistema y sus relaciones de poder sigan intactas.

Estamos desbordadas, estamos hartas y, sobre todo, estamos organizadas. 

Para hacer frente a las desigualdades que debemos afrontar cada día, nos hacemos fuertes con CNT. 

Somos conscientes de la realidad que nos rodea, sabemos de las dificultades a las que nos enfrentamos para sobrevivir dentro del sistema actual; sobrevivir o malvivir, porque para muchas mujeres, el día a día es pura supervivencia. 

Queremos tener vidas dignas de ser vividas, y para eso nos necesitamos unas a las otras. Y no solo en este Estado: no podemos olvidar que a lo largo y ancho del mundo millones de mujeres luchan cada día para cambiar las cosas. 

Desde aquí, mandamos un saludo entusiasta y fraternal a todas las soñadoras y luchadoras que sufren los rigores de la tiranía en todo el mundo: las trabajadoras de las fábricas de Myanmar, Bangladesh, Marruecos… Las compañeras kurdas, las zapatistas, las afganas…y todas las que no nombramos aquí pero recordamos cada día.

Desde nuestra diversidad y circunstancias somos la misma clase, y nos mantenemos unidas.

Somos diversas y por eso ponemos encima de la mesa una propuesta para acabar con todo tipo de opresiones sociales, laborales y educativas, porque todas somos igual de valiosas; sumaremos nuestras experiencias y saberes para hacer frente a todas las desigualdades que sufrimos y conseguir una sociedad más justa.

Somos mujeres organizadas que luchamos contra la explotación, dando importancia a los cuidados, y apoyándonos las unas a las otras para la construcción de un mundo nuevo.

Un mundo anarquista pero sobre todo, feminista, en el que se reconozcan las fundamentales aportaciones que hacemos las mujeres en la sociedad, hoy y siempre. 

Ante el desborde, anarcofeministas en lucha. 

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Les dones treballadores estem desbordades. I fartes

Fartes de suportar plenament i sense recursos la responsabilitat de les cures. Fartes de la divisió sexual del treball que feminitza sectors convertint-los en més precaris i invisibles (neteja, alimentació, sociosanitari, ensenyament, etc.), malgrat ser imprescindibles per a l’engranatge d’aquest sistema.

Ja són 2 anys de gestió de la pandèmia de la Covid-19, i en aquest temps s’ha demostrat una vegada i una altra que cada crisi ens colpeja més durament a les dones.

Estem desbordades i fartes perquè seguim sense veure cap canvi que acabi amb la bretxa salarial, perquè continua aguditzant-se la precarietat i la falta de contractació de les dones. És un fet que les dones agafem més excedències no remunerades per a encarregar-nos de les cures i que som nosaltres les que, en cas extrem, decidim no incorporar-nos al mercat laboral per a atendre persones dependents i menors al nostre càrrec. Des de l’inici de la pandèmia, el nombre de dones en aquesta última situació ha augmentat en 150.000.

Tot això, a més de desbordar-nos, ens empobreix.

El teletreball, que semblava la solució en l’àmbit laboral davant la pandèmia, ens ha ensenyat l’altra cara de la moneda, atès que l’assumim més nosaltres que els homes i això accentua la nostra labor com a cuidadores i afecta a la nostra promoció. És important veure que aquí no només hi ha bretxa laboral, sinó que existeix una bretxa de classe. I això, també ens desborda.

La parcialitat en els contractes és molt més alta en dones que en homes.

Som nosaltres les que carreguem amb la majoria dels treballs relacionats amb les cures i ens veiem en la necessitat de reduir la nostra jornada laboral per a fer-nos responsables del treball no remunerat. A més, del total de dones ocupades, el percentatge més alt (29,0%) correspon a l’ocupació dels serveis de restauració, personals, protecció i venedors. Socialment, sabem que aquestes ocupacions no només es troben fortament feminitzades, sinó que a més són objecte de frau en la contractació: jornades parcials que de manera efectiva són jornades completes, etc.

La majoria de les dones migrants residents estan desocupades o no compten amb contracte laboral regularitzat, i són moltes les que es troben en situació administrativa irregular. Cal acabar amb l’explotació laboral a la qual estan sotmeses aquestes dones, que no denuncien per por de ser expulsades, i exigir al Govern la seva regularització.

El Règim Especial d’Empleades de Llar és esclavista, sense dret a prestació per desocupació, sense accés a la llei de riscos laborals. L’acomiadament és sense preavís ni indemnització, sense comptar la impossibilitat de demanar baixes ni permisos per por de l’acomiadament. Tampoc existeix el dret de readmissió com passa en la resta de sectors.

No podem oblidar el maltractament i abusos que sofreixen les empleades en alguns llocs de treball.

Què dir de l’atracament a les nostres pensions. La gran fita que ens vol vendre el Govern “més progressista de la història”, juntament amb els ministeris sindicals, no és més que l’estafa de la revaloració de pensions i un pas més en la privatització del sistema públic de pensions. Quan milions de llars subsisteixen amb prou feines amb la pensió d’una dona, bé sigui jubilada, vídua o per discapacitat; en lloc d’utilitzar l’IPC interanual (5,6%) per a la revaloració, prenen l’IPC mitjà (2,5%). I no sols enguany, oblidem-nos de recuperar el nivell perdut en els últims anys.

Es el mateix cas dels convenis: que acceptem resignades.

No pensen augmentar el coeficient de la pensió de viduïtat, que hauria de ser un 100%, però a moltes no se’ls arriba a reconèixer ni el 60%, que és seguir en la misèria.

L’altra agressió al sistema públic de pensions són els plans privats d’empresa. Equivalen al despenjament dels convenis, però pitjor: afebleixen la nostra capacitat de negociació, s’escapen del control públic, poden ser corromputs i disminueixen els ingressos en el sistema.

Totes som o serem pensionistes.

Per a tenir una pensió digna cal començar avui lluitant pels nostres drets col·lectius, contra les discriminacions que dificulten la independència econòmica i denunciant que aquest calvari laboral es tradueix en una pitjor pensió. Avançar és prendre consciència que el problema de les pensions de les treballadores va unit a la resta de condicions laborals i vitals que se suporten.

I, per si no fos prou, la gota que vessa el got: una nova “reforma laboral” en la qual res canvia per a nosaltres: la temporalitat segueix sense resoldre’s, a pesar que vulguin maquillar-la, dient «indefinits» a contractes que romanen lligats a una naturalesa temporal, i sense tocar les causes dels acomiadaments ni les indemnitzacions. Tampoc es resol la qüestió de les subcontractes i l’externalització de treballadores, les conseqüències de les quals les patiran sectors tan precaritzats com el de les kellys.

Les desigualtats i discriminacions que sofrim les dones són estructurals i són conseqüència directa de l’actual sistema capitalista i patriarcal, que utilitza la violència i tots els recursos a la seva disposició per a mantenir l’ordre social imposat, i així, aconseguir que les estructures del sistema i les seves relacions de poder continuïn intactes.

Estem desbordades, estem fartes i, sobretot, estem organitzades.

Per a fer front a les desigualtats que hem d’afrontar cada dia, ens fem fortes a la CNT. Som conscients de la realitat que ens envolta, sabem de les dificultats a les quals ens enfrontem per a sobreviure dins del sistema actual; sobreviure o malviure, perquè per a moltes dones, el dia a dia és pura supervivència.

Volem tenir vides dignes de ser viscudes, i per a això ens necessitem unes a les altres. I no només en aquest Estat; no podem oblidar que de punta a punta del món milions de dones lluiten cada dia per a canviar les coses.

Des d’aquí, enviem una salutació entusiasta i fraternal a totes les somiadores i lluitadores que sofreixen els rigors de la tirania a tot el món: les treballadores de les fàbriques de Myanmar, Bangladesh, el Marroc… Les companyes kurdes, les zapatistes, les afganeses…i totes les que no anomenem aquí però recordem cada dia.

Des de la nostra diversitat i circumstàncies som la mateixa classe, i ens mantenim unides.

Som diverses i per això posem damunt de la taula una proposta per a acabar amb tota mena d’opressions socials, laborals i educatives, perquè totes som igual de valuoses; sumarem les nostres experiències i sabers per a fer front a totes les desigualtats que sofrim i aconseguir una societat més justa.

Som dones organitzades que lluitem contra l’explotació, donant importància a les cures, i donant-nos suport les unes a les altres per a la construcció d’un món nou.

Un món anarquista però sobretot, feminista, en el qual es reconeguin les fonamentals aportacions que fem les dones en la societat, avui i sempre.

Davant el desbordament, anarcofeministes en lluita.

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Emakume langileok gainezka gaude. Eta nazkatuta gaude

Nazkatuta gaude zainketen erantzukizuna erabat eta baliabiderik gabe jasateaz. Nazkatuta gaude sektoreak feminizatzen dituen lanaren banaketa sexualaz, prekarioagoak eta ikusezinagoak bihurtzen gaituzten lanetaz (garbiketa, elikadura, soziosanitarioa, irakaskuntza, etab.), sistema hau martxan mantentzeko ezinbestekoak diren arren.

Dagoeneko 2 urte dira Covid-19ren pandemia kudeatzen, eta denbora horretan behin eta berriz frogatu da krisi bakoitzak gogor jotzen dituela emakumeak.

Gainezka gaude, eta nazkatuta gaude, soldata arrakalak dakarren desberdintasunetan  aldaketarik ikusi gabe jarraitzen dugulako, desberdintasun hauek emakumeen prekaritatea eta kontratazio falta areagotzen jarraitzen dutelako. Izan ere, emakumeok soldatarik gabeko eszedentzia gehiago hartzen ditugu zainketez arduratzeko, eta gu gara, muturreko kasuetan, lan-merkatuan ez sartzea erabaki dugunok, mendekotasuna duten pertsonei eta gure ardurapeko adingabeei laguntzeko. Pandemia hasi zenetik, azken egoera horretan dauden emakumeen kopurua 150.000 pertsonetan igo da.

Hori guztia, gainezka egiteaz gain, pobretu egiten gaitu.

Telelanak, lan-esparruan pandemiaren aurrean konponbidea ematen zuenak, txanponaren beste aldea erakutsi digu. Gizonek baino gehiago gureganatzen baitugu, eta horrek zaintzaile gisa egiten dugun lana areagotu eta gure enplegu-sustapenean eragiten baitu. Garrantzitsua da ikustea hemen enplegu-arraila ez ezik, klase-eten bat ere badela. Eta horrek ere gainezka egiten digu.

Kontratuen partzialtasuna askoz handiagoa da emakumeongan gizonetan baino.

Guk egiten ditugu zaintzarekin zerikusia duten lan gehienak, eta gure lanaldia murrizteko beharra ikusten dugu, ordaindu gabeko lanaren arduradun izateko. Gainera, lanean ari diren emakume guztietatik, ehunekorik handiena (%29,0) jatetxe-arloko zerbitzu, zerbitzu pertsonal, babes eta salmenta sektoreei dagokio. Gizarteak badaki lan horiek feminizatuta egoteaz gain, kontratazioan iruzur egiten dela: lanaldi partzialak egiten lan jardunaldi osokoak direnean, etab.

Bertan bizi diren emakume migratzaile gehienak langabezian daude edo ez dute lan kontratu erregularizaturik, gainera, asko dira egoera administratibo irregularrean daudenak. Emakume horiek jasaten duten lan-esplotazioarekin amaitu behar da. Hauek ez dute egoera salatzen, kanporatuak izateko beldur direlako, eta Gobernuari euren egoera erregularizatzeko eskatu behar zaio.

Etxeko Langileen Erregimen Berezia esklabista da, ez du langabezia-prestaziorik jasotzeko eskubiderik, eta ez du lan-arriskuen prebentzio legerik. Kaleratzea aurreabisurik eta kalte-ordainik gabe egiten da, kaleratzearen beldur izateagatik bajak edo baimenak eskatzeko ezintasuna kontuan hartu gabe. Ez dago kaleratze ilegal baten ondoren berriz onartzeko eskubiderik, gainerako sektoreetan bezala.

Ezin dugu ahaztu lantokietan emakume langileek jasaten dituzten tratu txarrak eta abusuak.

Zer esan gure pentsioen lapurretaz? Gobernuak, “historiako aurrerakoiena”, ministerio sindikalekin batera, saltzen digun lorpena pentsioen balio-handitzearen iruzurra besterik ez da, pentsio-sistema publikoaren pribatizazioan beste urrats bat izanik. Milioika etxek ozta-ozta irauten badute emakume baten pentsioarekin, dela erretiratua, dela alarguna, dela ezintasunagatik; urte arteko KPIa (%5,6) erabili beharrean, batez besteko KPIa hartzen dute (%2,5). Eta ez aurten bakarrik, ahaztu dezagun azken urteotan galdutako maila berreskuratzeaz.

Lan-hitzarmenei dagokienez, apaizaren semeak apaizari osaba.

Ez dute uste alarguntza-pentsioaren koefizientea %100ean handituko denik, baina askori ez zaie onartzen %60 ere, hau da, miserian jarraitzea.

Pentsio-sistema publikoaren aurkako beste erasoa enpresa-plan pribatuak dira. Hitzarmenak baztertzearen pareko dira, baina okerragoa: negoziatzeko gaitasuna ahultzen dute, kontrol publikotik ihes egiten dute, usteldu egin daitezke eta sistemako diru-sarrerak murrizten dituzte.

Guztiok gara edo izango gara pentsiodunak.

Pentsio duina jasotzeko, gure eskubide kolektiboen alde borrokatu behar dugu gaur, independentzia ekonomikoa zailtzen duten diskriminazioen aurka. Gaur egun pairatzen dugun lan oinazealdiak pentsio okerrago bat ekarriko digu.  Langileen pentsioen arazoa gainerako lan eta bizi baldintzekin lotuta dagoela jabetzea aurrera egitea da

Hori gutxi balitz, urak gainezka egiteko falta zen tanta: “lan-erreforma” berri bat, ezer aldatzen ez duena. Behin-behinekotasuna oraindik ez da konpondu, nahiz eta edertu nahi izan, aldi baterako izaerarekin lotuta dauden kontratuei «mugagabe» deituz, kaleratzeen arrazoiak eta kalte-ordainak ukitu gabe. Azpikontraten eta langileen kanporatzearen auzia ere ez da ebazten, horien ondorioak kellyak bezalako sektore prekarizatuek jasango baitituzte.

Emakumeek jasaten ditugun berdintasun ezak eta diskriminazioak egiturakoak dira, egungo sistema kapitalista eta patriarkalaren ondorio zuzenak. Sistema horrek indarkeria eta eskura dituen baliabide guztiak erabiltzen ditu ezarritako gizarte-ordenari eusteko, eta, hala, sistemaren egiturek eta botere-harremanek bere horretan jarraitzea lortzen da.

Gainezka gaude, nazkatuta gaude eta, batez ere, antolatuta gaude.

Egunero aurre egin behar diegun desberdintasunei aurre egiteko, CNTrekin indartu egiten gara.

Inguratzen gaituen errealitateaz jabetzen gara, gaur egungo sistema honetan bizirik irauteko ditugun zailtasunen jakitun gara; bizirik irautea edo gaizki bizitzea, emakume askorentzat eguneroko bizitza bizirik iraute hutsa baita.

Bizitzeko duin diren bizitzak izan nahi ditugu, eta horretarako elkar egon behar dugu. Eta ez Estatu honetan bakarrik; ezin dugu ahaztu munduan zehar milioika emakume egunero borrokan daudela gauzak aldatzeko.

Hemendik, anaitasunez, agur bero bat bidaltzen diegu tiraniaren zurruntasunak pairatzen dituzten ameslari eta borrokalari guztiei: Myanmar, Bangladesh, Marokoko lantegietako emakume langileei… Lagun kurduak, zapatistak, afganiarrak… eta hemen aipatzen ez ditugun guztiak, egunero gogoratzen zaituztegu.

Gure aniztasunetik eta baldintzetatik, klase bera gara, eta bat egiten dugu.

Askotarikoak gara, eta horregatik jartzen dugu mahai gainean era guztietako gizarte-, lan- eta hezkuntza-zapalkuntzak ezabatzeko proposamena, denok baikara baliotsuak; gure bizipenak eta jakinduria batuko ditugu, jasaten ditugun berdintasun eza guztiei aurre egiteko eta gizarte bidezkoagoa lortzeko.

Emakume antolatuak gara, eta ustiapenaren aurka borrokatzen gara, zainketei garrantzia emanez eta elkarri lagunduz mundu berri bat eraikitzeko.

Mundu anarkista bat, baina, batez ere, feminista, gaur eta beti emakumeek gizartean egiten ditugun ekarpen nagusiak onartzen dituena.

Gainbeheraren aurrean, uholde anarkofeminista.

Zatoz CNTra

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As mulleres traballadoras estamos desbordadas. E estamos fartas

Fartas de soportar plenamente e sen recursos a responsabilidade dos coidados. Fartas da división sexual do traballo que  feminiza sectores converténdoos en máis precarios e invisibles (limpeza, alimentación, sociosanitario, ensino, etc.), a pesar de ser imprescindibles para a engrenaxe deste sistema.

Xa son 2 anos de xestión da pandemia da Covid-19, e neste tempo demostrouse unha e outra vez que cada crise golpéanos duramente ás mulleres.

Estamos desbordadas e fartas porque seguimos sen ver ningún cambio que acabe coa brecha salarial, porque continúa agudizándose a precariedade e a falta de contratación das mulleres. É un feito que as mulleres collemos máis excedencias non remuneradas para encargarnos dos coidados e que somos nós as que, en caso extremo, decidimos non incorporarnos ao mercado laboral para atender a persoas dependentes e menores ao noso cargo. Desde o inicio da pandemia, o número de mulleres nesta última situación aumentou en 150.000.

Todo isto, ademais de desbordarnos, empobrécenos.

O teletraballo, que parecía a solución no ámbito laboral #ante a pandemia, ensinounos a outra cara da moeda, dado que o asumimos máis nós que os homes e isto acentúa o noso labor como coidadoras e afecta á nosa promoción. É importante ver que aquí non só hai brecha laboral, senón que existe unha brecha de clase. E isto, tamén nos desborda.

A parcialidade nos contratos é moitísimo maior en mulleres que en homes.

Somos nós as que cargamos coa maioría dos traballos relacionados cos coidados e vémonos na necesidade de reducir a nosa xornada laboral para facernos responsables de traballo non remunerado. Ademais, do total de mulleres ocupadas, a porcentaxe máis alta (29,0 %) corresponde á ocupación dos servizos de restauración, persoais, protección e vendedores. Socialmente, coñécese que estas ocupacións non só están  feminizadas, senón que ademais son obxecto de fraude na contratación: xornadas parciais que de forma efectiva son xornadas completas, etc.

A maioría das mulleres  migrantes residentes están desempregadas ou non contan con contrato laboral regularizado, e son moitas as que se atopan en situación administrativa irregular. Hai que acabar coa explotación laboral á que están sometidas estas mulleres, que non denuncian por medo a ser expulsadas, e esixir ao Goberno a súa regularización.

O Réxime Especial de Empregadas de Hogar é  esclavista, sen dereito a prestación por desemprego, sen acceso á lei de riscos laborais. O despedimento é sen aviso previo/previo aviso nin indemnización, sen contar a imposibilidade de pedir baixas nin permisos por medo ao despedimento. Tampouco existe o dereito de readmisión como ocorre no resto de sectores.

Non podemos esquecer os malos tratos e abusos que sofren as empregadas nalgúns lugares de traballo.

Que dicir do atraco ás nosas pensións. O logro que nos vende o Goberno “máis progresista da historia”, xunto cos ministerios sindicais, non é máis que o timo da revalorización de pensións e un paso máis na privatización do sistema público de pensións. Cando millóns de fogares subsisten a duras penas coa pensión dunha muller, ben sexa xubilada, viúva ou por discapacidade; en lugar de utilizar o IPC interanual (5,6 %) para a revalorización, toman o IPC media (2,5 %). E non só este ano, #esquecer de recuperar o nivel perdido nos últimos anos.

No mesmo caso dos convenios: que aceptemos polbo, como animal de compañía.

Non pensan aumentar o coeficiente da pensión de viuvez, que debería ser un 100 %, pero a moitas non se lles chega a recoñecer nin o 60 %, que é seguir na miseria.

A outra agresión ao sistema público de pensións son os plans privados de empresa. Equivalen ao descolgue dos convenios, pero peor: debilitan a nosa capacidade de negociación, escápanse do control público, poden ser corrompidos e diminúen os ingresos no sistema.

Todas somos ou seremos pensionistas.

Para ter unha pensión digna hai que empezar hoxe loitando polos nosos dereitos colectivos, contra as discriminacións que dificultan a independencia económica e denunciando que este calvario laboral tradúcese nunha peor pensión. Avanzar é tomar conciencia de que o problema das pensións das traballadoras vai unido ao resto de condicións laborais e vitais que se soportan.

E, aínda por riba, a pinga que colma o vaso: unha nova “reforma laboral” na que nada cambia para nós: a temporalidade segue sen resolverse, a pesar de que queiran maquillala, chamando «indefinidos» a contratos que permanecen atados a unha natureza temporal, e sen tocar as causas dos despedimentos nin as indemnizacións. Tampouco se resolve a cuestión das subcontratas e a  externalización de traballadoras, cuxas consecuencias as van a padecer sectores tan  precarizados como o das  kellys.

As desigualdades e discriminacións que sufrimos as mulleres son estruturais e son consecuencia directa do actual sistema capitalista e patriarcal, que utiliza a violencia e todos os recursos á súa disposición para manter a orde social imposto, e así, conseguir que as estruturas do sistema e as súas relacións de poder sigan intactas.

Estamos desbordadas, estamos fartas e, sobre todo, estamos organizadas.

Para facer fronte ás desigualdades que debemos afrontar cada día, facémonos fortes con CNT.

Somos conscientes da realidade que nos rodea, sabemos das dificultades ás que nos enfrontamos para sobrevivir dentro do sistema actual; sobrevivir ou  malvivir, porque para moitas mulleres, o día a día é pura supervivencia.

Queremos ter vidas dignas de ser vividas, e para iso necesitámonos unhas ás outras. E non só neste Estado; non podemos esquecer que ao longo e ancho do mundo millóns de mulleres loitan cada día para cambiar as cousas.

Desde aquí, mandamos un saúdo entusiasta e fraternal a todas as  soñadoras e loitadoras que sofren os rigores da tiranía en todo o mundo: as traballadoras de as fábricas de  Myanmar, Bangladesh, Marrocos… As compañeiras kurdas, as  zapatistas, as afgás…e todas as que non nomeamos aquí pero lembramos cada día.

Desde a nosa diversidade e circunstancias, somos a mesma clase, e mantémonos unidas.

Somos diversas e por iso poñemos encima da mesa unha proposta para acabar con todo tipo de opresións sociais, laborais e educativas, porque todas somos igual de valiosas; sumaremos as nosas experiencias e saberes para facer fronte a todas as desigualdades que sufrimos e conseguir unha sociedade máis xusta.

Somos mulleres organizadas que loitamos contra a explotación, dando importancia aos coidados, e apoiándonos únalas ás outras para a construción dun mundo novo.

Un mundo anarquista pero sobre todo, feminista, no que se recoñezan as fundamentais achegas que facemos as mulleres na sociedade, hoxe e sempre.

#Ante o desbordamento,  anarcofeministas en loita.

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Les muyeres trabayadores tamos fartes

Fartes de soportar dafechu y ensin recursos la responsabilidá de los cuidaos. Fartes de la división sexual del trabayu que feminiza sectores convirtiéndolos en más precarios ya invisibles (llimpieza, alimentación, sociosanitariu, enseñanza, etc.), a pesar de ser imprescindibles para’l engranaxe d’esti sistema.

Yá son 2 años de xestión de la pandemia y nesti tiempu demostróse una y otra vegada que cada crisis que vien cute duramente a les muyeres.

Tamos fartuques porque siguimos ensin ver nengún cambiu qu’acabe cola fienda salarial, porque sigue apinándose la precariedá y la falta de contratos pa les muyeres. Ye un fechu que les muyeres coyemos más excedencias non remuneradas para encarganos de los cuidaos y que somos nós les que, en casu estremu, decidimos nun incorporanos al mercáu llaboral p’atender a persones dependientes y menores al nuesu cargu. Dende l’entamu de la pandemia, el númberu de muyeres nesta última situación aumentó en 150.000.

Tou esto, amás d’enchinos, emprobeznos.

El teletrabsyu, que paecía la solución nel ámbitu llaboral ante la pandemia, enseñónos la otra cara de la moneda, cuidao que lo asumimos más nós que los homes y esto acentúa’l nuesu llabor como cuidadores y afecta a la nuesa promoción. Ye importante ver qu’equí non solo hai fienda llaboral, sinón qu’esiste una fienda de clase. Y esto, tamién nos enche.

La parcialidá nos contratos ye bien mayor en muyeres que n’homes.

Somos nós les que cargamos cola mayoría de los trabayos rellacionaos colos cuidaos y vemos na necesidá d’amenorgar la nuesa xornada llaboral para faenos responsables de trabayu non remunerado. Amás, del total de muyeres ocupaes, el porcentaxe más altu (29,0 %) correspuende a la ocupación de los servicios de restauración, personales, protección y vendedores. Socialmente, conozse qu’estes ocupaciones non solo tán feminizadas, sinón qu’amás son oxetu de fraude na contratación: xornaes parciales que son xornaes completes, etc.

La mayoría de les muyeres migrantes residentes tán desemplegaes o nun cuenten con contratu llaboral regularizáu, y son munches les que s’atopen en situación alministrativa irregular. Hai qu’acabar cola esplotación llaboral a la que tán sometíes estes muyeres, que nun denuncien por mieu a ser espulsaes, y esixir al Gobiernu’l so regularización.

El Réxime Especial d’Emplegaes de Llar ye esclavista, ensin drechu a prestación per desempléu, ensin accesu a la llei de riesgos llaborales. El despidu ye ensin preaviso nin indemnización, ensin cuntar la imposibilidá de pidir baxes nin permisos por mieu al despidu. Tampoco esiste’l derechu de realmisión como asocede nel restu de sectores.

Nun podemos escaecer el maltratu y abusos que sufren les emplegaes en dellos llugares de trabayu.

Qué dicir del atracu a les nueses pensiones. El llogru que nos viende’l Gobiernu “más progresista de la hestoria”, xuntu colos ministerios sindicales, nun ye más que’l timu de la revalorización de pensiones y un pasu más na privatización del sistema públicu de pensiones. Cuando millones de llares subsisten a dures penes cola pensión d’una muyer, bien sía xubilada, viuda o por discapacidá; en llugar d’utilizar l’IPC interañal (5,6 %) para la revalorización, tomen l’IPC promediu (2,5 %). Y non yá anguaño, olvidémonos de recuperar el nivel perdíu nos últimos años.

Nel mesmu casu de los convenios: qu’aceptemos pulpu, como animal de compañía.

Nun piensen aumentar el coeficiente de la pensión de viudeá, que tendría de ser un 100 %, pero a munches nun se-yos llega a reconocer nin el 60 %, que ye siguir na miseria.

La otra agresión al sistema públicu de pensiones son los planes privaos d’empresa. Equivalen al descuelgue de los convenios, pero peor: debiliten la nuesa capacidá de negociación, escapar del control públicu, pueden ser conrotos y mengüen los ingresos nel sistema.

Toes somos o vamos ser pensionistes.

Pa tener una pensión digna hai qu’empezar güei lluchando polos nuesos drechos colectivos, escontra les discriminaciones qu’enzanquen la independencia económica y denunciando qu’esti calvariu llaboral traduzse n’una peor pensión. Avanzar ye tomar conciencia de que’l problema de les pensiones de les trabayadores va xuníu al restu de condiciones llaborales y vitales que se soporten.

Y, por si fora poco, la gota qu’apina’l vasu: una nueva “reforma llaboral” na que nada camuda para nós: la temporalidá sigue ensin resolvese, a pesar de que quieran maquillala, llamando «indefiníos» a contratos que permanecen ataos a una naturaleza temporal, y ensin tocar les causes de los despidos nin les indemnizaciones. Tampoco se resuelve la cuestión de les subcontrates y la externalización de trabayadores, que afecten de lleno a sectores tan precarizados como’l de les kellys.

Les desigualdaes y discriminaciones que sufrimos les muyeres son estructurales y son consecuencia directa del actual sistema capitalista y patriarcal, qu’utiliza la violencia y tolos recursos a la so disposición para caltener l’orde social impuestu, y asina, consiguir que les estructures del sistema y les sos relaciones de poder sigan intactes.

Tamos enllenes, tamos fartes y, sobremanera, tamos entamando a organizanos.

Para facer frente a les desigualdaes que tenemos d’encarar facemonos fuertes cola CNT.

Somos conscientes de la realidá que nos arrodia, sabemos de les dificultaes a les qu’enfrentamos para sobrevivir dientro del sistema actual; sobrevivir o malvivir, porque para munches muyeres, el día ente día ye pura supervivencia.

Queremos tener vides dignes de ser vivíes, y para eso precisamos unes a les otres. Y non solo nesti Estáu; nun podemos escaecer qu’a lo llargo y anchu del mundu millones de muyeres lluchen acaldía para camudar les coses.

Dende equí, mandamos un saludu entusiasta y fraternal a toles soñadoras y lluchadores que sufren los rigores de la tiranía en tol mundu: les trabayadores de les fábriques de Myanmar, Bangladesh, Marruecos… Les compañeres kurdes, les zapatistas, les afganes…y toles que nun nomamos equí pero tenemos presentes.

Dende la nuesa diversidá y circunstancies somos la mesma clase, y caltenemonos xuníes.

Somos diverses y por eso ponemos enriba de la mesa una propuesta para acabar con tou tipu de opresiones sociales, llaborales y educatives, porque toes somos igual de pervalibles; vamos sumar les nueses esperiencies y saberes para facer frente a toles desigualdaes que sufrimos y consiguir una sociedá más xusta.

Somos muyeres organizaes que lluchamos escontra la esplotación, dando importancia a los cuidaos, y sofitándonos les unes a les otres para la construcción d’un mundu nuevu.

Un mundu anarquista pero sobremanera, feminista, nel que se reconozan les fundamentales aportaciones que facemos les muyeres na sociedá, güei y siempre.

Ante’l desborde, anarcofeministes en llucha.

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3 Respuestas a “8M. Las mujeres trabajadoras estamos desbordadas. Y estamos hartas”

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