COLUMNISTAS | ENRIQUE HOZ
De
niño era socio de un Club Recreativo donde se realizaban numerosas
actividades lúdicas y la mayoría de los domingos teníamos sesión
de cine. Un día nos proyectaron una película cuyo argumento iba en
la onda de la archiconocida Tiburón con la diferencia de que,
en este caso, le habían asignado el papel de malo a un oso.