COLUMNISTAS | ANTONIO PÉREZ
Se aproxima la Navidad o solsticio de invierno,
una fecha que tiene más jugo pitagórico que agrario puesto que la Naturaleza
domesticada no se da por aludida y es que no hay ningún producto de la Tierra
que experimente un cambio radical en este día: el cerdo ya está destazado y
embutido, las aceitunas en el lagar, los cereales duermen bajo los terrones, el
ganado dormita y por todo ello no nos extraña que los antiguos se olvidaran de
festejar estos días.