Ya nos tienen acostumbrados a que cada inútil con la cartera de ministro de turno aplique políticas en educación con vistas a no conseguir nada de nada. Cada 3 ó 4 años van reformando y reformando las leyes de educación con la excusa de potenciar y adaptar el nefasto sistema educativo a la realidad económica y social impuesta por el capitalismo, además de intentar atajar el grave fracaso escolar. La realidad, como vemos los que estamos todos los días en los centros educativos y en las aulas: trabajadores/as y estudiantes/as (lejos de sus cómodos despachos ministeriales y demás lujos), son las consecuencias de un sistema nefasto cada vez más elitista que que solo engendra competitividad y exclusión, y que para nada cumple la función de educar y potenciar al individuo, sino que solo crea seres sumisos, adiestrados y domesticados para dar servicio al empresario/a.
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