1. Análisis de la situación actual

Treinta años de ataques contra los trabajadores y trabajadoras

La situacion de l@s trabajadores y trabajadoras en Espana viene marcada por una continua perdida de derechos, una importante reduccion salarial y un claro empeoramiento de las condiciones de trabajo.
 
El proceso de reestructuracion capitalista iniciado a finales de los anos 70 en respuesta a la crisis del petroleo y los ciclos de luchas obreras de aquellos anos ha tenido como objetivo el aumento de las tasas de beneficio de los capitalistas mediante la progresiva desregulacion del mercado laboral, el ataque a lo publico y el desmontaje progresivo de unos servicios sociales y de bienestar ya de por si muy insuficientes. La
insercion de la economia espanola en la economia global ha determinado la deslocalizacion de industrias a paises de la periferia, la desaparicion de los restos del sector industrial y una reconversion agricola hacia una sector subsidiario y subsidiado. La globalizacion de la economia espanola se ha producido mediante la especializacion y el desarrollo del sector servicios, el turismo y el sector de la construccion de viviendas y
grandes infraestructuras.
 
Este proceso se ha visto apoyado en la financiarizacion de la economia, y el endeudamiento masivo, apoyado en el crecimiento de burbujas especulativas que al estallar estan poniendo de manifiesto, la falsedad de las promesas de bienestar para todos del capitalismo. Destapando la crudeza las condiciones reales de vida y trabajo de la inmensa mayoria de los trabajadores de este pais.
 
El proceso de construccion europea, y la puesta en marcha del Euro, no han hecho sino reforzar estos procesos, en un proyecto al servicio de las élites capitalistas europeas, que convierten la moneda unica, el control del deficit, la inflacion y otras magnitudes macroeconomicas, en armas contra los trabajadores, con el paro masivo como principal efecto, y herramienta de chantaje permanente sobre los trabajadores, mientras se fomenta la competitividad a la baja entre trabajadores por la falta derechos laborales homogeneos y de una organizacion efectiva de los trabajadores a a nivel europeo.
 
Así en estos años se ha incrementado de manera nunca vista el numero de trabajadores y del mercado de trabajo, pero fuertemente centrado en sectores con baja productividad, intensivos en mano de obra de baja cualificacion, apoyados en la entrada masiva de trabajadores migrantes.
 
Las crecientes tasas de beneficio se han mantenido mediante una incorporacion masiva de trabajadores el mercado de trabajo en condiciones precarias y mediante el estancamiento cuando no retroceso de los salarios reales.
 
Este proceso se ha llevado acabo dentro de cierto consenso social mediante el recurso al endeudamiento masivo, sostenido principalmente en el incremento del precio de la vivienda en una espiral especulativa, que ha convertido a esta en un producto de lujo inasumible para los trabajadores mas jóvenes, para acabar atrapando a muchas economías familiares con el pinchazo de la burbuja especulativa.
 
Este proceso ha tenido como elementos mas significativos:
 

  • La proliferación de fórmulas contractuales temporales y precarias, el aumento del trabajo autónomo dependiente y de los sectores informales y sumergidos, que determinan el avance hacia la individualización de la negociación salarial y de las condiciones de trabajo
  • La eliminación o reducción paulatina de las medidas de protección contra el desempleo y contra el despido, que aumentan el poder de chantaje del paro sobre los trabajadores.
  • La facilitación y extensión de la movilidad funcional y geográfica
  • La contratación y subcontratación en cadena de servicios, acabando en la proliferación de ETTs y otras formas de prestamismo laboral que multiplican intermediarios, convenios, y condiciones de trabajo, fomentando la división de los trabajadores
  • La desaparición de sectores enteros de la producción en el sector industrial y agrícola.
  • La privatización de empresas y servicios publicos., y la aplicación dentro de estos de los criterios de gestión privada.

 
Todas estas medidas han provocado la división hasta la atomización de la clase obrera, la proliferación de relaciones cada vez mas individualizadas trabajador – empresa, la perdida de importancia del centro de trabajo como espacio de socialización y de generación de respuestas colectivas, la aparición de diferentes escalas salariales y de derechos, y como consecuencia una polarización social entre los sectores obreros que conservan un trabajo fijo con ciertas garantías y derechos, pertenecientes a grandes empresas, y los restos del sector publico, y trabajadores en condiciones cada vez mas precarias, bajo todo un abanico de fórmulas contractuales temporales y con salarios cada vez menores. En esta polarización las mujeres y los trabajadores inmigrantes son los grandes perjudicados, asumiendo los peores trabajos y en las peores condiciones.

La crisis del sindicalismo

Esta situación al movimiento obrero en general, por estar diseñado especialmente para socavar las bases del sindicalismo mas tradicional segando la hierba bajo sus pies, colocándolo en el mejor de los casos a la defensiva, cuando no directamente en la traición, la insolidaridad y el entreguismo mas vergonzoso, renuncia tras renuncia.
 
La supervivencia de los grandes sindicatos se ha producido en función de su progresiva institucionalización, perdida de autonomía y de base social real, colocándolos como meros gestores del conflicto social en beneficio siempre del mantenimiento del actual modelo económico capitalista.
 
La aceptación por todos los sindicatos del modelo sindical heredado del franquismo e impuesto en la Transición, ha derivado en las inevitables consecuencias: profesionalización, burocratización, corporativismo, corrupción, total dependencia del Estado, electoralismo, desmovilización, derrota cultural e ideológica, para las que fue diseñado, provocando entre los trabajadores la desconfianza frente a la organización y las soluciones colectivas y a los proyectos colectivos de emancipación.
 
Así todas estas medidas, plasmadas en sucesivas reformas laborales, fiscales, etc han encontrado cada vez una menor resistencia, ya ni siquiera simbólica, por parte de CCOO y UGT, cada vez mas entregados e institucionalizados. Su posición como puntales del gobierno del PSOE en la gestión de la crisis económica en favor de las clases empresariales y financieras, no es sino el colofón de esta trayectoria.
 
Quienes se mueven en los márgenes de este modelo sindical, se encuentran muchas veces atrapados entre la aspiración de suplantar a los mayoritarios, con la consiguiente aceptación de un modelo sindical irreformable de efectos inevitables y que impone obligadas servidumbres y renuncias.
 
Esto junto al carácter local o sectorial de muchas de estas iniciativas sindicales condiciona la construcción de una verdadera alternativa.
 
Es evidente que tampoco la CNT ha sido capaz de construir hasta ahora esa alternativa real sindical frente a la actual situación, a duras penas hemos sentado las bases para poder plantearnos su construcción en los próximos años.
 
Una alternativa sindical no se implanta desde el voluntarismo, ni desde la critica ideológica.
 
El sindicalismo tiene mucho de pragmatismo de practica aferrada a la realidad concreta del día a día y es desde ahí desde donde debemos hacer del anarcosindicalismo una herramienta que nos sea útil como trabajadores que quieren cambiar este mundo de raíz.

Perspectivas y Oportunidades: El anarcosindicalismo ante la crisis permanente

Ante este panorama de desregulación y desproteccion social, de ruptura de los mecanismos de negociación y mediación gestionados por los grandes sindicatos, de ruptura del pacto social esbozado por el nunca disfrutado estado del bienestar, el anarcosindicalismo debe retomar el protagonismo desde la acción directa, el protagonismo de los principales afectados por los efectos del capitalismo y desde una clara voluntad de transformación radical de la sociedad.
 
Ante la deslegitimación de los sindicatos oficiales, el carácter tendencialmente minoritario del modelo de elecciones sindicales y la escasa afiliación sindical del grueso de la población trabajadora.
 
El anarcosindicalismo debe reafirmarse en su rechazo del modelo sindical actual, buscando la afiliación de los sectores trabajadores mas afectados por la crisis y que han permanecido ajenos a cualquier forma de acción sindical.
 
Ante la crisis sistémica, que atraviesa con condicionantes ecológicos, militares, y culturales la explotación laboral y el trabajo asalariado, el anarcosindicalismo debe desarrollar su perspectiva global, mas allá de lo estrictamente sindical, con propuestas y reivindicaciones que cuestionen el estrecho margen del sindicalismo convencional, buscando alianzas con movimientos sociales anticapitalistas.
 
Tenemos las potencialidades para convertirse en una herramienta útil para cada vez mas amplios sectores sociales, ademas de en una alternativa de transformación social.
 
El carácter aceleradamente cambiante del capitalismo avanzado, exige flexibilidad, capacidad de aprendizaje por ensayo y error, exige una táctica de guerrillas que desarrollen redes de solidaridad mas allá de los centros de trabajo. Esto solo se puede enfrentar desde las características de una organización libertaria, de acción directa, sin dependencias políticas, sin intereses creados, que no participe del mercado electoral sindical, y que dependa en exclusiva de sus propios recursos.
 
A su vez el carácter cada vez mas social de la explotación capitalista, la propia movilidad de los trabajadores, la multiplicidad de figuras : parados, becarios, autónomos, etc.., la alternancia cada vez mas frecuente de periodos de actividad laboral, formación, desempleo, actividades laborales informales, la imposibilidad de una acción sindical convencional en muchos sectores y empresas, la importancia de contradicciones transversales como la ecológica, o la necesidad de reivindicar derechos sociales o servicios publicos, hacen que una practica sindical con carácter territorial, solidario, difuso, centrado en la localidad, en el barrio, como la que los anarquistas siempre defendieron en la organización sindical, sea hoy mas necesaria que nunca.
 
Y mas oportuna frente a las características que toma la explotación capitalista en nuestros días, que el carácter rígido, excesivamente sectorial y corporativo, burocratizado y centrado en la obtención de resultados electorales de los sindicatos convencionales.
 
El carácter cada vez mas formado de los trabajadores, junto a la precarización de sectores altamente cualificados, hace que las herramientas (informáticas, legales, comunicacionales, etc) disponibles para un sindicato como CNT sin liberados, sin profesionales, se multipliquen si facilitamos el intercambio de conocimientos y la puesta en valor de ese potencial creativo que los trabajadores tenemos y lo aplicamos a la lucha.
 
El acceso a nuevas tecnologías nos facilita un trabajo coordinado y coherente con pocos recursos.
 
En un momento de crisis, nuestro carácter marginal y minoritario facilita esta tarea, no tenemos nada que perder, y mucho que ganar, construir y aprender.

Examen autocrítico de nuestros acuerdos

Si hiciéramos un examen autocrítico de los acuerdos tomados en los diferentes congresos desde la reorganización, llegaríamos a la conclusión de que la CNT posee una gran capacidad para elaborar acuerdos especialmente minuciosos sobre la realidad en que nos desenvolvemos, suele también prever de manera correcta el futuro a corto y medio plazo y consigue además plantear aceptables líneas de actuación para, incomprensiblemente, poco después relegar todo este trabajo al cajón de los olvidos.
 
Es ingrato comprobar que desde un punto de vista práctico, aprobamos una y otra vez campañas, acciones o desarrollamos nuevos acuerdos sin haber puesto en marcha los nacidos en los congresos anteriores. Con ello nos retrotraemos continuamente a un estado embrionario dejando pendiente el desarrollo como organización y limitando la acción de CNT, y salvo casos excepcionales, a sacar para adelante los pequeños conflictos locales, dejando de lado acciones coordinadas en empresas o sectores.
 
En una entidad como la nuestra no se puede achacar responsabilidades a nadie más que a nosotros mismos; no obstante, si la militancia es responsable de dicha situación, lo es a la hora de recoger el testigo y realizar los cometidos adscritos a unas determinadas funciones como ocurre en los Secretariados Permanentes del CN y de la misma manera de los CC.RR. pues son éstos los que desempeñan las labores de coordinación y desarrollo de los acuerdos confederales. Pero la realidad es que los acuerdos emanados de los congresos se diluyen en el tiempo, o en un libro cuando lo editamos. Y sin embargo, lo suscrito suele ser lo bastante claro para que en las diferentes áreas (secretarías) pongan especial atención en plasmar en la práctica lo ya convenido por el conjunto de la CNT sin tener que arrancar en cada Plenaria de cero.
Así, por ejemplo, la necesidad de cubrir la práctica totalidad de las secretarías no responde a un hecho simplemente caprichoso sino a la necesidad de articular la confederación regional como un ente que no solo tramite documentación sino que dinamice los acuerdos congresuales en un ámbito geográfico concreto, asumiendo como CR la difusión de campañas y conflictos que existen en su esfera de influencia. La coordinación y la acción solidaria en la CNT es una máxima ineludible y no podremos hablar de solidaridad real si ante conflictos de las FFLL nos ceñimos sólo a lo más inmediato olvidando por el contrario una visión más global.
 
Como organización no podemos tener como única ambición la de la subsistencia. En los últimos años la CNT ha retomado una lucha sindical que, desde mediados-finales de los 80 y salvo honrosas excepciones, había prácticamente desaparecido hasta bien entrado el s.XXI Pues bien, creemos que es el momento de dotarnos de un nuevo impulso, dar un salto cualitativo, pasando de los conflictos individuales a un concepto global de organización.
 
En los últimos años se puede observar, aunque como ya hemos afirmado, con ciertas excepciones, que las regionales se configuran para cubrir simplemente la figura del SG y poco más, despojando al conjunto de la regional de una herramienta fundamental en la coordinación interna y práctica. Práctica que no se refiere sólo a la realización de ciertas manifestaciones sino a asumir conflictos y actividades que desborden a las FFLL. Y aquí hay que matizar que no nos referimos a un despido improcedente o a las reclamaciones de cantidad. Actualmente no existe regional que mantenga conflictos de cierta entidad en su ámbito geográfico que a su vez sirvan para asentar a la CNT. Peleamos a la defensiva, por evitar recortes, para que nos readmitan, para que nos paguen las cantidades adeudadas… pero no con un fin expansivo. Por nuestra parte, entendemos que los conflictos en los que se ven envueltos nuestras secciones sindicales deberían entenderse como lances de ámbito regional, así en el VIº Congreso ya se apuntaba lo siguiente:
 
La inexperiencia sindical y la juventud de la militancia hacen que se carezca todavía de la suficiente preparación y metodología sobre mecánica de negociaciones, funcionamiento de las secciones sindicales, acción sindical en conflicto, etc… Por ello, la C.N.T. debe perfeccionar su infraestructura, pues la Organización, coordinación y acción sindical de los militantes se hace urgente y necesaria; debe pues procederse a la formación de militantes en este sentido a todos los niveles de la organización, empleando para ello las técnicas más eficaces, más rápidas y más acordes con nuestro espíritu…
 
La razón es aprovechar al máximo los pocos recursos que poseemos, tanto humanos, como sindicales y jurídicos para desarrollar los acuerdos que nosotros mismos hemos tomado: muchas veces nos vemos imposibilitados para la realización de acciones por carecer de un número suficiente de compañer@s que se preparen el mismo. Algo que si aprovecháramos de la manera adecuada podría dotarnos de una mayor efectividad.
La realización de plenarias regionales no deben estar circunscritas a las nacionales, sino que deben de ser más habituales y prácticas, pues su ámbito es menor y más cercano. Si atendemos al hecho de la autonomía de las confederaciones regionales, las plenarias de dicho ámbito deberían servir para evitar la divagación y centrarse en potenciar y dinamizar prácticas y luchas, a coordinar y cohesionar a nivel regional. Para ello, se debería planificar la actividad y estudiar aquellas acciones tendentes al relanzamiento como organización dentro de dicho ámbito. Para que una organización tenga una realidad seria y contundente a nivel nacional, antes debe tener una realidad práctica bien asentada en niveles inferiores. Y para ello es necesaria la visión de conjunto. Si nos limitamos a ser caja de resonancia de los conflictos individuales, (y, lo decimos, ojo, sin menospreciar el siempre necesario ejercicio de la solidaridad entre sindicatos) seguiremos limitando la presencia como organización a hechos puntuales.

1.2. SITUACIÓN DE LA MUJER TRABAJADORA: CASI CIEN AÑOS DESPUÉS, ASÍ ESTAMOS.  

En el Dictamen sobre el trabajo de la mujer del Congreso de Constitución de la CNT (1.910) ya se abordaba toda la problemática de la mujer trabajadora de manera muy adelantada a lo que serían las posiciones del resto del movimiento obrero y la sociedad en general.
 
La insuficiencia del análisis y del método empleado para superar la explotación de la mujer por parte de otros enfoques ideológicos deja fuera cualquier vía profunda y definitiva para revertir la situación, por ello, se tiene que dotar de estructuras y de propuestas al margen del núcleo central teórico, organizativo y reivindicativo de esos enfoques.
 
El anarcosindicalismo y el anarquismo, en general, no tienen ese problema, ni tienen que adoptar esas medidas de “consolación”, pues siendo pioneros en aspectos que tardarían en asomar casi cien años al ámbito social, han pensado en cada momento qué medio y qué respuesta había que dar a cualquier injusticia social, desde su raíz, no desde lo superficial.
 
Desde hace cien años, la CNT va al grano y no necesita participar en estructuras estatales, ni crear secretarías de la mujer en su interior para analizar y articular respuestas a las injusticias actuales. El anarcosindicalismo en su análisis, vincula la injusticia a la explotación de toda una clase social, por parte de otra que quiere imponer su ley y su moral, con la manipulación y la represión violenta, si es necesario, para mantener sus privilegios y modo de vida, presidido por la mayor acumulación, de la que sean capaces, de toda la riqueza existente en el globo.
 
La CNT, como organización, se concibe desde el principio como una gran comunidad de aprendizaje y de apoyo mutuo, independientemente de cualquier característica diferencial como persona: edad, sexo, origen, capacidades, raza, orientación sexual… Esa formación es un medio de superación de la explotación, dado que incrementa la capacidad individual y colectiva para el control de nuestras propias vidas como seres humanos.
 
La CNT no crea estructuras “terapeúticas” sino que incorpora la cuestión de la explotación de la mujer trabajadora al núcleo central de la lucha por una sociedad más libre y más justa, partiendo de que es el mayor conjunto humano en la Tierra afectado de discriminación y explotación y que, sin su incorporación a la organización y al proceso revolucionario, cualquier tentativa por cambiar el orden social estaría condenado al fracaso.
 
Ahora bien, la riqueza de la libre asociación en el anarquismo también produjo y produce experiencias asociativas entre personas por otro denominador común que no sea el de ser trabajador o trabajadora, como puede ser el de género.  
 
El problema crucial de la ignorancia como impedimento para la toma de conciencia se ha ido transformando en otro tipo de impedimentos en las sociedades industrializadas, paradójicamente se ha incrementado la enseñanza obligatoria y el acceso de las mujeres a la enseñanza universitaria, pero se crean enormes prejuicios al interiorizar las personas de la clase trabajadora un entrenamiento intelectual y un discurso propio de la clase dominante, interclasista, en el que la palabra trabajador, trabajadora, obrero, obrera, son tabúes.
 
Hoy el reto ya no es la ignorancia literal, sino la extirpación de la conciencia de clase. A la CNT que se desenvuelve en estos tiempos llegan compañeros y compañeras que han superado algunas de esas barreras, pero que pueden seguir teniendo interiorizado un discurso interclasista, que su mayor nivel de instrucción formal ha generado, igual que se puede tener interiorizado un discurso machista o hembrista generado por la reproducción social en la que hemos sido educados/as. Es preciso identificar estos sesgos y tenerlos en cuenta cuando analizamos la realidad social, intentando darle una respuesta efectiva.
 
En el Congreso de Constitución de la CNT, sus dictámenes atacaban la explotación de la mujer trabajadora a manos del patrón, pero también a manos de su propia familia. Hoy día todo es más sutil en las sociedades occidentales y por ello, también hay que denunciar la explotación de la mujer trabajadora a manos de otras mujeres.
 
Hay varios factores que determinan la explotación de la mujer trabajadora en su casa, uno de ellos es la conducta burguesa de las personas con las que convive, unido a su propia función como principal reproductora social de este estado de cosas, al actuar como un agente de transmisión de esos mismos valores.  
 
Todas y todos deberíamos hacer en cuánto al género el mismo trabajo que hacemos en cuanto a otras cuestiones. Con frecuencia, pensamos que son cosas que tenemos superadas, y sin embargo, surgen constantemente en las relaciones con los/las demás y acabamos reproduciendo con nuestro comportamiento, aún sin saberlo, todas y todos, día a día el patriarcado. Son cuestiones profundamente arraigadas, que pertenecen muchas veces al inconsciente porque han anclado en nuestra personalidad durante toda nuestra socialización.
 
El presentar a la mujer como víctima de una realidad es una manifestación más de paternalismo y el simplismo con el que se suele enjuiciar esta cuestión, de ahí la importancia de la concienciación. Hay hombres que explotan a mujeres y viceversa, hombres que explotan a hombres, mujeres a mujeres, se explota, también, a muchas criaturas… Pero el grado de explotación, en general, de las mujeres trabajadoras en el mundo supera al de los trabajadores. Año a año, se perpetúa esta triste afirmación, porque ese plus de explotación a lomos de las trabajadoras engorda las cuentas que los ricos/as tienen en su paraíso.
 
La explotación a las trabajadoras es la explotación de una clase sobre otra y no de un sexo sobre otro. Hay mucho interés en que lo veamos de esta segunda manera: Interesa que las mujeres y los hombres no adquiramos conciencia de clase, para seguir dominados por una minoría, clase avariciosa de toda la riqueza y poder.
 
Incluso, cada año al “Día de la Mujer Trabajadora” se le quiere borrar su origen ligado a la terrible lucha del movimiento obrero por la igualdad humana y el reparto de la riqueza, despachándolo con un mero “Día de la Mujer”, como en las campañas comerciales del Día de …..
 
Pero, ¿hasta qué punto la situación de explotación de la trabajadora evoluciona en nuestro entorno? Bastan unos pocos datos para imaginar el verdadero alcance de una explotación que no sólo ocurre en el tercer mundo.

1.2.1. Familia

No podemos negar el avance que la “independencia” económica de la mujer ha supuesto en cuanto a la superación de la sumisión de las mujeres a los hombres, pero creemos que hay causas estructurales sin cuya eliminación no será posible la incorporación de la mujer de forma integral y masiva a todos los ámbitos sociales. Da igual el modelo de familia en el que hayamos escogido vivir, el caso es que alguien tiene que ocuparse de ella, y que en no pocas ocasiones esta tarea será incompatible con una jornada laboral de 40 horas más los desplazamientos.  
 
El avance en la equidad social de hombres y mujeres tiene su límite si no cambiamos radicalmente las estructuras sociales. Sin menospreciar el peso de la costumbre, hay que tener en cuenta la realidad fisiológica, pues al fin y al cabo son las mujeres las que paren y amamantan, lo que condiciona lógicamente la elección sobre quien debe hacerse cargo del cuidado de las criaturas, al menos en sus primeros meses, responsabilidad que una vez asumida, tiende a perpetuarse. Así los empresarios se encuentran con que a la hora de promover a un empleado a un puesto de responsabilidad, una mujer les genera incertidumbre y un hombre no. Esta misma discriminación de género se da aunque no haya una base fisiológica, como es el caso de las adopciones o los familiares dependientes.  
 
Y así nos encontramos con que las mujeres ocupan menos cargos de responsabilidad, porque su compromiso con la empresa puede cambiar en caso de tener hijos y por tanto su salario es más bajo, y que teniendo un salario más bajo, las mujeres escogen renunciar a sus compromisos a favor de los compromisos de sus compañeros mejor pagados. Así parece que las mujeres, aún cuando se superara el machismo remanente, se ven abocadas a ser las responsables del cuidado “familiar”, y el debate se plantea en cual deba ser la “colaboración” de los compañeros.
 
En este país, aunque la mujer trabajadora va retrasando la edad del matrimonio, la inmensa mayoría de las personas que se casan muy jóvenes, son mujeres, se sigue considerando central como proyecto de vida la pareja. La implicación en la contracepción sigue siendo muy desigual. La casi totalidad de las familias monoparentales con hijos están gestionadas por una mujer, de ellas, el 100% de las más precarias, su cabeza de familia es una mujer.
 
Viendo que la pensión por incapacidad que reciben las mujeres es un 75% de la del hombre y la de jubilación, un 59%, llegaremos a este retrato de las mujeres trabajadoras en este país:
Son mucho más pobres que los hombres. Forman parte del -cada vez más numeroso- grupo de pobres con trabajo.
Tienen más responsabilidades familiares.
Viven mucho más tiempo de sus vidas solas -aún con hijos- que los hombres.
Tienen muy difícil sacar adelante a su gente o encontrar un trabajo apropiado porque no pueden compatibilizarlo y como consecuencia, sus pensiones contributivas son de auténtica miseria o para que resulte compatible tienen que sacrificar la vida de sus propias madres.
Cuando pueden, retrasan su maternidad porque la práctica inexistencia de servicios para criaturas y familiares dependientes afecta infinitamente más a las trabajadoras que a sus compañeros.  
La responsabilidad de la contracepción sigue recayendo principalmente en ellas y,
Es más grave la situación de las trabajadoras extranjeras, pues a lo anterior hay que añadir: menor corresponsabilidad y peor actitud de sus parejas, menor formación contraceptiva, menor apoyo, situaciones laborales absolutamente incompatibles con la maternidad (sector doméstico interno y externo, hostelería, agricultura, sin derechos laborales) y la existencia de otra familia en su país de origen en uno de los miembros de la pareja o en ambos. En casi la mitad de los nacimientos de madre extranjera, ésta era soltera, doble que las españolas.  
Y también es muy grave la situación de las mujeres mayores, cuya menor calidad de vida se debe a unas pensiones de hambre, a sus enfermedades crónicas por la poca atención a su salud y por las condiciones en las que trabajaron a lo largo de su vida. Y aún así, una parte de ellas sigue cuidando de alguien (nietos, hijos separados o dependientes) e, incluso, aportan su pensión. Sus hogares, junto a los de los emigrantes, son los menos habitables: Mala edificación, sin ascensor y poco accesible.

1.2.2. Trabajo

El rol familiar de la trabajadora, repercute en su trabajo asalariado y no asalariado y aún así, con mucho esfuerzo, se incorpora crecientemente al mercado laboral, pero sin alcanzar la tasa de actividad masculina, pues los obstáculos siguen ahí, al igual que ese trabajo sumergido explicativo de su menor tasa de actividad “oficial”. Todavía queda mucho para igualarse.
 
La versión actual de la eterna crisis capitalista aumenta más el paro en los hombres, al caer sectores en los que eran mayoritarios: construcción y automóvil. Es previsible que su onda expansiva provoque la caída de los  sectores donde la trabajadora esté más representada, al minimizar el presupuesto para servicios comunitarios (mayoritariamente femeninos) y caer el consumo de servicios (de fuerte feminización).
La reducción de servicios comunitarios no sólo incide en el empleo directo de las trabajadoras del sector (atención sociosanitaria, servicios socioeducativos, sanidad), sino que obstaculiza la compatibilidad de la doble jornada del resto de mujeres. Y la pescadilla que se muerde la cola: si la trabajadora se queda en paro, decrece la demanda de servicios privados, al no poderlos pagar (escuelas infantiles, limpieza, restauración) pues son desempeñados por la propia parada.
 
Por todo ello, los datos son muy malos para las trabajadoras:

1.2.2.1. Paro

Siendo mayor que el de los hombres, no es menos grave la baja tasa de empleo sólo trabajan por cuenta ajena poco más de la mitad de las mujeres en edad laboral (Tabla 1)
En nuestro país la tasa de paro de las mujeres es mucho peor en valores relativos que la del trabajador, por elevada que sea y que la de las otras trabajadoras europeas.
Los parados de larga duración son mayoritariamente mujeres en el tramo de 40-44 años y en el de 65-69 años, pues en lugar de jubilarse intentan seguir trabajando, debido a su mala situación y a la falta de tiempo de cotización.
La trabajadora en España ocupa el escalón ocupacional más mísero, las cifras hablan por sí solas: reciben la mayoría de los subsidios, prestaciones por desempleo asistencial y de la renta activa de inserción.
 
1.2.2.2. Contratos

Las mujeres aceptan la mayoría de contratos a tiempo parcial y por causas familiares representan la totalidad.  
Las mujeres encabezan la mitad de los contratos temporales, aun siendo menor el número de asalariadas que de asalariados.  
En el resto de modalidades de contratos precarios las mujeres son mayoría.  
En el marco europeo, la temporalidad es el doble de la media y la tasa de abandono del empleo por causas familiares, diez veces mayor que la de los trabajadores.
Aún es más sangrante la situación de la mujer trabajadora en el mercado sumergido, cobrando “por pieza”, o a expensas de: “Mañana, ven dos horas para las comidas y dos para las cenas” o “mañana no vengas”. Este sector, a escala mundial se nutre de mujeres y niñas, principalmente.  
Combinando tipo de contrato y tasa de empleo descubriremos quién se aprovecha dentro y fuera de casa del doblete de la trabajadora. Así no puede promocionar, ni tener estabilidad económica, ni generar derechos pasivos, ni cualificarse.

1.2.2.3. Salario

Son claramente sexistas: El salario –no sumergido- de las mujeres a igual sector y categoría es muy inferior al de sus compañeros, incluso cuando consiguen el reconocimiento de la misma categoría. Esto no beneficia a los hombres, sino a la patronal: lo que roban a las mujeres, no se lo dan a los hombres. Y es sexista, porque las mayores diferencias se dan en los conceptos arbitrarios de la nómina: los variables y las horas extras, siendo menores las diferencias en el salario base (Brecha Salarial).

1.2.2.4. Trabajo no remunerado

Dedican al trabajo doméstico el triple de tiempo que los hombres, mientras sólo dedican la mitad que ellos al trabajo remunerado. Eso redunda en su menor tiempo libre, desde luego.
Trabajo remunerado y no remunerado se implican mutuamente y, en consecuencia, el tiempo dedicado a la crianza sigue estando muy desequilibrado. Además, el empeoramiento de las condiciones laborales disminuye el tiempo destinado por ambos progenitores a las criaturas, perjudicando su desarrollo.
Nos escandalizó la propuesta europea de subir la jornada laboral a 65 horas, pero lo cierto es que analizado en estos términos, la jornada laboral para el sostenimiento de una familia ha pasado de 40 horas a 80 en el último medio siglo.
Las mujeres producen la mayoría de los alimentos de los países “en desarrollo”, pero sólo el 5% son propietarias de las tierras y ganado que trabajan.

1.2.2.5. Cualificación y educación

Para llegar siquiera a comparar nóminas y contratos el tipo de ocupación debe ser equiparable, pero no lo es: el empleo disponible para mujeres es de menor cualificación y más eventual.
La formación ocupacional es sexista y los cursos perpetúan trabajos tradicionales: cuidadora,  ámbitos domésticos, centros de pequeño tamaño, con pocas posibilidades de convivir con otras mujeres y hombres trabajadores y de encontrar al sindicato.
Como ejemplo, en la Formación Profesional Reglada el 50% son alumnas, pero en ambos Grados, se refleja la reproducción social: la mayoría de las familias profesionales están desequilibradas (Figura 2). Ello demuestra, a las claras, la inutilidad de la libertad de elección, si los modelos y expectativas, con relación a los géneros que la sociedad tiene, siguen siendo tradicionales y, en eso, los medios de comunicación, la familia y la religión tienen la culpa.  
La “sobrecualificación”: En el mundo desarrollado, para ocupar los mismos puestos de cierto nivel, las mujeres tienen que incrementar y hasta duplicar sus acreditaciones formativas y académicas, respecto a los hombres. Tras titularse se introducen en una espiral de cursos y cursillos en la que no se pueden relajar nunca. El acceso de las mujeres a estudios postobligatorios y universitarios y sus calificaciones o el retraso del matrimonio y maternidad, son espejismos que no se traducen en la mejora de su situación laboral. Y, a pesar de todo, debe hacerlo, pues sigue siendo un factor favorecedor de  oportunidades socioeconómicas, a la vez que ofrece un modelo progresivo a sus hijos e hijas para que la situación cambie y no se reproduzca.
La educación es la responsable de que las propias mujeres sean el principal instrumento de reproducción social en los países en desarrollo, ya que suele estar en sus manos la educación de hijos e hijas: Las propias mujeres son las que ejecutan la mutilación genital de las niñas.  
Allí y aquí pesa, no sólo el curriculum oficial, sino el “oculto”, que es mucho más efectivo en la formación de estereotipos, valores, actitudes y expectativas. Esta agenda oculta es ejecutada inexorablemente por los medios y por la familia. La discriminación educativa no está tanto en el nivel del discurso, como en el fáctico.

1.2.2.6. Salud laboral

Las trabajadoras por cuenta ajena sufren más accidentes graves (no mortales) que los hombres y tienen peor salud laboral, como resultado de los diferentes factores: doble jornada, trabajos repetitivos y estáticos, menor descanso, menor ejercicio físico, menor tiempo dedicado a su cuidado y prevención, menor tiempo de baja laboral por enfermedad, menor información y mayor actividad sumergida (falta de condiciones saludables y formación). Llegan al retiro con una media de dos enfermedades crónicas.

1.2.2.7. Sindicación

Los datos de sindicación son un secreto muy bien guardado, pero se estima que:
Incluso en los sectores con garantías sindicales y mayoría femenina, las sindicadas son muy minoritarias.
La mayoría de las trabajadoras se ocupan en sectores donde no se puede ni estimar este dato, luego el número será menor.
Se estima que representan la cuarta parte de la afiliación de los sindicatos, teniendo mayor nivel y solidez en el sector industrial.
En los burosindicatos nacionales las delegadas a congresos son un 10% y son el 20% del ejecutivo (incluyendo secretarías-florero). En ese sentido, las Secretarías de Mujer (estructuras especializadas en la “igualdad”), no han producido ninguna mejora en las condiciones laborales, ni en su peso sindical, más allá de cuotas y lenguaje políticamente correcto.  

1.2.3. Conclusión

En el mundo, la desigualdad de género, la falta de expectativas potenciales, la discriminación y la violencia contra las mujeres son la norma y no la excepción.
En un mercado laboral estrictamente dividido por sexo, la contribución a la riqueza y bienestar de la trabajadora se quiere invisibilizar.
La situación seguirá empeorando en los próximos años cuando no haya renovación generacional de las abuelas que sostenían la incorporación laboral de sus hijas.  
Mujeres de clase trabajadora están pagando con su explotación la liberación de burguesas de las que reciben lecciones teóricas de emancipación.
Como la educación es el medio más importante para que las mujeres adquieran las aptitudes y la autoconfianza necesarias para la mejora de su vida y para la transformación social, nuestra obligación como organización es ayudar a eliminar cualquier obstáculo que impida la participación social que educa, empezando por el sindicato. El movimiento libertario siempre ha sido el más comprometido con ello, recordémoslo.  
Los compañeros/as de los medios tienen que oponerse radicalmente a la transmisión de estereotipos trasnochados y la juventud tiene que ser consciente de que los prejuicios por el aspecto exterior esclavizan, principalmente, a mujeres de todas edades.
Hoy, con los nuevos vecinos en nuestras ciudades, han llegado mujeres a las que no se les permite acceder a la educación y al trabajo remunerado, por razón de una idea religiosa, generalmente.
El trabajo remunerado de las trabajadoras es indispensable para su autosuficiencia y el bienestar de las personas a su cargo, para ello, tiene que haber:

  • Una distribución equitativa de actividades no remuneradas entre todos los que conviven.
  • Disminución de jornada para todos
  • Servicios comunitarios suficientes
  • Igualdad laboral
  • Sindicación

 
La incorporación de la mujer al trabajo se ha visto tradicionalmente desde los movimientos obreros como un ámbito de trabajo donde la pelea había que buscarla en la asimilación al alza de las condiciones laborales de las trabajadoras respecto a los trabajadores, y desde los medios feministas como el requisito indispensable para que las mujeres pudieran liberarse de la opresión del patriarcado a través de la independencia económica. Podemos afirmar que ni uno ni otro objetivo han sido alcanzados.
También queremos, partiendo de éste análisis, llamar la atención sobre la dimensión y responsabilidad personal en cuanto a las formas de creación y reproducción de los sistemas de poder y dominio. No hay revolución posible sin la revolución de lo cotidiano.
La superación del interclasista feminismo burgués se demuestra andando: la organización de clase no se puede nutrir sólo de una super-militancia poco accesible a las trabajadoras, sino de vías de participación más flexibles y mayoritarias, que muchos sindicatos de la CNT están llevando a cabo, a través de secciones sindicales, por ejemplo, pues el apoyo mutuo contra la gigantesca injusticia hacia las trabajadoras en el mundo, así lo requiere.

1.3. CAMPO

Revisión de los acuerdos Congresuales respecto al campo    

La situación agropecuaria española, europea y mundial atraviesa un periodo de profundos cambios de tipo político, social y económico que han acentuado más si cabe la complejidad sindical de este sector productivo.  De siempre ha habido polémica en el seno del movimiento obrero sobre el papel del campesinado en la revolución social y la sociedad sin clases.  Mientras los marxistas consideraban al campesino (tanto propietario como trabajador) como un sujeto revolucionario inferior -si no directamente contrarrevolucionario- respecto al proletariado industrial; los anarquistas, y por extensión los anarconsindicalistas, han defendido siempre el importante papel que jugarían los hombres y mujeres del campo en las transformaciones sociales, políticas y económicas en pos del comunismo libertario.  No hay más que fijarse en la revolución mexicana (con insignes líderes de origen campesino), la Maknovichina ucraniana (aplastada a fuego y hierro por el Ejército Rojo dirigido por Trotsky) o la propia Revolución Española (con uno los mayores experimientos autogestionarios en el campo).    
 
La apuesta cenetista por el campo es bien temprana1, dándose una pronta incorporación de jornaleros y pequeños labradores en número no desdeñable sobre todo en Andalucía (los primeros) y el Levante (los segundos).  A lo largo de sus Congresos la CNT fue ampliando el marco en el que se habría de desenvolver la organización de los campesinos, culminando con el papel fundamental que les otorgaba para el sostenimiento de la revolución la ponencia sobre el Comunismo Libertario aprobada en el IV Congreso Confederal (Zaragoza, 1936).  El V Congreso (Madrid, 1979) supuso una puesta al día tanto en el análisis del sector como en las reivindicaciones y modo de actuar de la CNT. Dando relevancia al papel de los consumidores organizados en cooperativas para evitar el yugo que supone para el campesino la cadena de intermediarios que le impiden llegar a una renta suficiente y el perjuicio para el propio consumidor en cuanto a encarecimiento del producto.
 
Desde 1979 España ha experimentado grandes cambios en el sector pasando de un 20% de población activa en el sector primario a un 4% en el último cuatrimestre de 2009 (EPA, INE).  El despoblamiento del campo se ha visto frenado en parte por la política subsidiaria europea de la que España se ha venido beneficiando  y las restricciones a la importación. Ambas medidas están en entredicho (como analizaremos en el siguiente punto) y la alternativa que se fragua en Bruselas y otros centros de poder es transformar al campesino en un gestor del territorio (ayudas agroambientales) o proveedor de servicios para la gente de la ciudad (caza, turismo rural…).  Eso supone que el papel del campesinado como proveedor de alimentos se externalizará a terceros países, generándose una gran dependencia para el consumo de las grandes de distribución. Más si cabe pues recordemos que Carrefour, Eroski y Mercadona ya controlan más del 60% de este sector.
 
Ya en el V Congreso adelantamos lo que cualquier movimiento revolucionario debe afrontar en cuanto a la provisión de alimentos: “[…] potenciación de canales de distribución alternativos al capitalismo (coordinación de colectivos de producción y consumo)” (8.7.5. V Congreso, Madrid 1979)
 
Pero sin embargo hoy en día nos enfrentaríamos a que no habría agricultores y ganaderos que organizar porque simplemente no existirían al ser la mayor parte de los alimentos de importación. El mantenimiento de un campesinado no es sólo cuestión de justicia social en el sentido de que cada cual pueda elegir su modo de vida sino también de asegurar la viabilidad de un movimiento revolucionario aislado, por lo que deberemos incorporar a nuestra acción sindical en el sector agrario una componente social de creación de cooperativas de consumidores:  
 
“Frente a la comercialización capitalista debemos luchar por la eliminación inmediata de los intermediarios. Potenciar canales de comercialización alternativos a los capitalistas. Intentar utilizar al máximo la estructura sindical para esa distribución. Esto debe lógicamente venir acompañado de una red de colectivos o cooperativas de consumo colectivizadas que se abastezca de estos productos y les dé salida, dando así un ejemplo de organización como consumidores” (8.7.5. V Congreso, Madrid 1979).
 
Dichas cooperativas a pequeña escala se denominan Grupos Autogestionados de Consumo (GACs). Ya existen por todo el territorio nacional (algunos creados o promovidos por sindicatos cenetistas) y es una necesidad imperiosa por todo lo que hemos aportado.  
 
Los consumidores que optan por un consumo responsable aceptan la certificación social participativa más antigua del estado español: el lábel; e incorporan nuevos criterios, aparte del respeto a los derechos de los trabajadores, entre los que destaca el respeto al medio ambiente, es decir, apuestan por los alimentos producidos en la agricultura y ganaderías ecológicas.  Cuando importan alimentos lo hacen fijándose que los productores de origen obtengan un precio justo lo que supone relaciones con cooperativas o el mínimo número posible de intermediarios. La CNT no es ajena este movimiento, al revés, hemos estado en su inicio. Ahora toca, además, darle contenido revolucionario a través de la constitución de nuestros propios GACs siempre que sea posible y la inclusión de nuestra visión y contactos en las redes de consumo responsable.  
 
Ya en el congreso referido poníamos acento en la necesidad de promover la “investigación de nuevas técnicas de cultivo que nos permitan una autonomía y autosuficiencia frente a posibles sabotajes y boicots del capitalismo y garanticen la calidad del campo y de sus frutos”.  La disciplina científica que da sentido a aquella demanda cenetista de hace más de 30 años se denomina hoy en día agroecología, pues aboga por una producción agropecuaria sustentable, basada en los sistemas tradicionales pero sujetos a una innovación que aporte mayores rendimientos al menor coste ambiental y de trabajo e incorporando criterios relacionados con la justicia social.

1.3.1. Política Agraria Comunitaria.

La Política Agraria Comunitaria (PAC) es uno de los apartados más controvertidos en el seno de la Unión Europea, tanto por sus implicaciones económicas como sociales.  Al finalizar la II Guerra Mundial la obsesión por conseguir una producción alimenticia suficiente llevó a tomar una serie de medidas para incentivar la producción agropecuaria y de proteccionismo para blindar el mercado europeo hacia los productos de fuera.  De este modo se creó un agro intensificado, con pautas de producción más acordes con la realidad capitalista y que pronto alcanzó la sobreproducción.  La adopción progresiva de una mentalidad empresarial en el sector agrario supuso el paso de unas explotaciones mayormente de tipo familiar a agroindustrias altamente tecnificadas con un protagonismo absoluto de los sistemas de producción intensivos: aumento del uso de fito y zoosanitarios, abonos químicos, tecnificación y especialización lo cual repercute más hondamente en contra del equilibrio ecológico, además de debilitar el tejido social rural, por la despoblación que la menor necesidad de mano de obra y la conversión de puestos de trabajo de agricultores (trabajadores por cuenta propia) a asalariados de las nuevas agroempresas suponen.  
 
En ese sentido el sector primario disminuyó a marchas forzadas su peso relativo dentro de las tasas de ocupación laboral acelerándose el éxodo campo-ciudad (proceso que en España se hizo notar fuertemente en las décadas 50-60).   
 
Este proceso no es casual sino que se asocia directamente con las políticas de incentivar la productividad, restricciones de mercado (por ejemplo las normativas sanitarias que afectan tanto a los productores interiores como exteriores y las barreras arancelarias para los segundos) y apoyo a la exportación europea; directrices todas ellas materializadas en la PAC.  Este proceso lo vivirán también los países de nuevo ingreso al igual que lo sufrió España en mayor medida a partir de su incorporación en 1986, sufriendo una auténtica reconversión agraria.  Puesto que, a pesar de que el capitalismo en el campo es anterior a la PAC, esta ha demostrado ser un instrumento fundamental para su hegemonía actual.
 
En los años 70-80, con un sector claramente excedentario la prioridad ya no sólo es lograr una mayor producción al menor coste sino que ante el acelerado deterioro medioambiental se incluye la conservación del mundo rural  como otro objetivo más de la PAC.  La figura del agricultor ha de incluir no sólo la función de productor de alimentos sino también la de gestor del territorio.  Para asegurar un tejido rural y unas prácticas agrarias más acordes con estos nuevos objetivos las ayudas irán dirigidas a zonas de especial interés para la conservación y se incentivarán mediante ayudas desacopladas de la producción.   
 
En este contexto vemos un sector muy dependiente del subvencionismo y claramente influenciado por la decisiones políticas con una introducción progresiva de la mentalidad empresarial en menoscabo de formas de explotación tradicionales más respetuosas de por sí con el medio ambiente y que se ha convertido en caballo de batalla de las cumbres internacionales donde se debate sobre la expansión del sistema liberal-capitalista.   
 
EE.UU. y la UE desvirtúan el mercado agrario mundial por su fuerte intervencionismo en el mismo.  El fracaso de la cumbre de la Organización Mundial del Comercio en Cancún se debió en gran parte a que los países agroexportadores (en torno al grupo de Cairns: Australia, Nueva Zelanda, países del MERCOSUR…) plantearon la desaparición de estas políticas como condición previa para seguir en la liberalización de todos los sectores.  En mayo de 2004, la UE ofreció abandonar las subvenciones a la exportación en la reunión celebrada en París por los principales países de la OMC como gesto para reiniciar las conversaciones multilaterales en torno a una mayor liberalización de las transacciones comerciales mundiales.   No es el primer paso que se daba en ese sentido.  La Agenda 2000 aprobada en Consejo Europeo en marzo de 1999 en Berlín establece la congelación del presupuesto agrario comunitario (mayor partida presupuestaria de la UE, en torno al 50% del total).  Se desacoplan las ayudas de la producción en aras de mantener un tejido rural subsidiario pues la alimentación deja de ser la razón de ser del agricultor en menos cabo de su papel como “gestor del territorio”.   
 
Durante la crisis alimentaria mundial del año 2008 los incrementos de los precios de los cereales en los mercados internacionales en torno al 50% han echo saltar las alarmas de gobiernos, instituciones transnacionales y sobre todo los consumidores que ven cómo repercute en su bolsillo esta tendencia alcista de los mercados.  Sin embargo, no son los campesinos, sino los intermediarios, quienes se están beneficiando.  La UE se plantea acabar con la política de cuotas (límites a la producción para mantener los precios de mercado) y volver a incentivar la productividad.   Y es que la alimentación no es cuestión baladí.  Como sector de interés estratégico supone un gran quebradero de cabeza que los stocks de grano  llegaran a estar al menor nivel en 30 años.  Las potencias emergentes (como China e India, tercera parte de la población mundial) se han incorporado a los mercados internacionales agroalimentarios, ha aumentado exponencialmente el consumo de carburantes y parte de la producción agraria se ha orientado hacia los llamados biocombustibles.  La soberania alimentaria, reivindicación clásica en los países del Sur -que a pesar de ocupar la mayor parte de su población activa en el campo pasan hambre-, estará en las agendas de los países del Norte en breve.  Para la clase trabajadora ha sido históricamente cuestión no de agenda, sino el “pan nuestro de cada día”.

1.3.2. La inmigración como fenómeno asociado al sector agrario.

Si los agricultores-empresarios agrarios quieren incorporarse al mercado global  la reducción de gastos se convierte en premisa fundamental.  En ese sentido la mano de obra es un gasto como otro cualquiera, teniendo en el sector agropecuario unas connotaciones especiales como son la penosidad y  la temporalidad.   
 
La penosidad de las tareas agropecuarias y la poca valoración del mundo rural hace que el mantenimiento de una población estable en nuestros pueblos haya dependido durante mucho tiempo del subvencionismo: para el empresario agrario y para el trabajador por cuenta ajena.  Con el “Decretazo” de 2002 el Gobierno español ventiló de un plumazo las políticas subsidiarias relacionadas con el PER (financiadas mayormente por la UE y la Seguridad Social) que suponían que unos 365.000 jornaleros de Andalucía y Extremadura (de un total de unos 600.000) recibieran unos 1.625 euros al año para completar los escasos ingresos que aportan la media de 100 peonadas trabajadas al año en las comarcas más productivas.  Para sustituir al jornalero que encuentra mejores rentas en sectores emergentes de los 90  y principios de 2000 (léase construcción principalmente) se ha instaurado la práctica de contratar extranjeros en origen (favorecido por las últimas Leyes de Extranjería del Estado Español) y así la patronal agraria se asegura unas partidas de inmigrantes a la carta, baratos, con poca capacidad de organización en un medio extraño y muchas veces hostil.  Además estos trabajadores permanecen aislados en los cortijos durante la temporada para ser devueltos a su país cuando dejen de ser necesarios.
 
Se abusa además de esta práctica hasta el punto de enfrentar a los trabajadores según su procedencia como ha sucedido con la sustitución de los trabajadores magrebís por polacas en la fresa onubense o de africanos por latinoamericanos en Murcia.

1.3.3. El campo fuera de Europa.

Como ya hemos apuntado más arriba la cumbre de Cancún fue un auténtico pulso entre los que defienden la intervención en los mercados agrarios (postura abanderada por EE.UU., la UE y Japón principalmente) y los que están en contra (en torno al grupo de Cairns).  Finalmente no se llegó a una resolución consensuada y las negociaciones siguen tensas sin propuestas que permitan retomar plenamente el camino de liberalización total marcado en la cumbre de la OMC de Doha (Qatar) en 2001.
 
Son muchos los agentes sociales y gobiernos que señalan a este intervensionismo agrario como un obstáculo para el desarrollo de los “países del Sur” que tienen una gran dependencia de su sector primario para la entrada de divisas en sus depauperadas economías.  Si bien es cierto que no sólo no exportan todo lo que podrían de no existir el blindaje de los mercados norteamericano y europeo sino que además ven inundados sus mercados de productos agropecuarios del “Norte” a precios competitivos pero irreales (dumping), también lo es que la liberalización beneficiará principalmente a las grandes agroindustrias que ya están en una situación estratégica.  En Latinoamérica, por ejemplo, Chiquita, la multinacional hortofrutícola que ha derrocado gobiernos en Centroamérica a su antojo desde mediados del s. XX ha denunciado en varias ocasiones las pérdidas que le produce el proteccionismo europeo.  Empresas como Monsanto y Syngenta (resultante de la fusión de Novartis y Zeneca) son firmes defensoras de la liberalización del mismo modo que de las nuevas prácticas de cultivo, punta de iceberg de la revolución verde.  Además, son las principales sustentadoras de la ingeniería genética, del desarrollo de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM)  y de las patentes de vida.  Con la excusa de las patentes sobre las investigaciones y las técnicas relacionadas con los recursos naturales y agropecuarios se privatiza el saber agrario y la propia Naturaleza.
 
Es de reseñar que en gran parte de Latinoamérica, África y Asia la agricultura tradicional es la principal vía de sustento del 65% de la población y la extensión del capitalismo agrario está en ciernes.  Además en estos continentes los movimientos sociales surgidos del mundo rural son muy fuertes y punta de lanza del movimiento anticapitalista:  movimientos de trabajadores sin tierra en Brasil y Paraguay,  zapatistas y magonistas en México, etc.  

En resumen.

El campo está en el punto de mira de los intereses capitalistas y por lo tanto será un sector de fuertes choques trabajo-capital.  Es un sector de una alta conflictividad, al menos latente, tanto en Europa como en el resto del mundo, no sólo entre capital y trabajo sino también entre capital y pobladores puesto que muchos movimientos reivindicativos en el medio rural no encuentran el nexo de unión en su condición de asalariados sino de pobladores-indígenas que ven como sus formas tradicionales de vida y subsistencia están en entredicho por los planes de expansión capitalistas.
La mano de obra agraria tiene una clara vocación migratoria.

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