Francia: la Ley Besson, una ley fascista

La Ley de Inmigración, o Ley Besson por Eric Besson Ministro de Inmigración, es una iniciativa del gobierno de Nicolás Sarkozy, el mismo que ha iniciado recientemente una campaña de persecución, acoso, encarcelamiento y expulsión de los gitanos rumanos.

Con esta Ley, el inmigrante sin papeles, forma en que se conoce a quienes se ven forzados a huir de sus países de origen forzados por el hambre, la violencia, la falta de expectativas vitales, etc, y que no tienen acceso a visados de trabajo, asilo o residencia, pasa a convertirse en un delincuente para el Gobierno y sus órganos de represión policial y judicial, los cuales podrán disponer de ellos como ganado. Así, las redadas contra la población «no blanca» se incrementarán, el tiempo de retención de los detenidos sin pasar a disposición judicial aumenta, la llamada «extradicción express», materializada en 48 horas, supondrá situaciones cómo ya las que se han dado en Estados Unidos con este tipo de deportaciones: expulsión de uno de los miembros de la familia que supone que el resto de la misma, residente igualmente en el país, quede totalmente desamparada y sin noticias de su familiar.

Además, se aumentan las dificultades para la obtención de permisos de trabajo, asilo, acceso a los servicios públicos básico (Educación, Sanidad), al tiempo que se facilita enormemente la pérdida de dichos derechos cuando han sido obtenidos, incluso por aquellos que ya lograran la nacionalidad francesa. La solidaridad pasa a estar penada con multas de hasta 30 mil euros y 5 años de prisión (¡¡qué contradicción con lo de la Europa cristiana!! ¿no dicen que su principal figura adorativa, Cristo, hablaba de dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, etc?)

Pero, al mismo tiempo que esto sucede, no se persigue al traficante de esclavos ni al explotador que se aprovecha de ellos, pues la misma ley que machaca a la víctima absuelve al verdugo: los empresarios que «contraten» irregulares de «buena fe», o sea, que digan que no sabían de la situación de su empleado (¿cómo es posible ésto sino en el mercado laboral irregular?) no serán castigados por la ley.

Frente a esta Ley Fascista diversos colectivos se han manifestado, y siguen manifestándose, sobre todo en París, aunque de forma cuasiclandestina, ya que dificilmente los «sin papeles» podrían hacer acto de presencia en lugares donde la presencia policial está asegurada. La coincidencia de la aprobación de la Ley de Inmigración con las deportaciones de los gitanos rumanos, así como con las movilizaciones contrarias a los proyectos gubernamentales para, por ejemplo, aumentar la edad de jubilación de los 60 a los 62 años, hacen que estas acciones, básicamente concentraciones, no estén siendo objeto de atención por los medios de comunicación. Como muestra unas fotos de dos actos distintos celebrados el mismo día en París por un colectivo de apoyo a los «sans papiers» mayoritariamente formado por africanos y otro llamado «Cercle de Silence» compuesto por distintas organizaciones sindicales, sociales y religiosas.

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