Introducción al libro de la crueldad

Máquinas bulbosas escupen sobre nosotros salvajes tumoraciones. Cánceres con forma de chicle. Asaltemos las facultades de medicina en un caleidoscópico intento de acabar con la actitud gerontocrática. Proclamemos la muerte del arte a manos de grumos incestuosos. Incendiemos los centros comerciales y sustituyámoslos por ganglios linfáticos. Derribemos las instituciones ilustradas. Inauguremos las instituciones hermafroditas. Implantemos la juventud perpetua como régimen teocrático. Instauremos el futuro infinito. No al bipedismo. No al pulgar oponible. No a las cacerías de bacterias. No a los safaris de ancianos de movilidad reducida. No al método científico. Todos los métodos serán sistemáticamente abolidos. La experimentación será inútil o no será. Destruyamos la estética. Socialicemos las sustancias lácteas y los hologramas parpadeantemente azules. No a los animalitos sudorosos. No a las salas de fotocopias. Instauremos los zoológicos de ciervos sintéticos. Destruyamos la botánica. nunca nada más será clasificado. Mastiquemos la apocalíptica purpurina. Habitemos grotescas madrigueras. Socialicemos los espasmos involuntarios. Colectivicemos las infecciones sórdidas. Destruyamos los libros de instrucciones y sustituyámoslos por flemas fluorescentes. Derribemos la Academia. Nunca nada más será analizado bajo criterios blandamente perversos. Involucionemos permanentemente. Conformemos una horda de obesos mórbidos. De niños perversos. Constituyamos una manada de turistas violentos. Instauremos el delirio grotesco. Proclamemos el horror cósmico.

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