La rebelión de las criadas

La localidad sevillana de Cazalla de la Sierra fue testigo de la lucha y represión a
las mujeres del Sindicato de Empleadas del Servicio Doméstico de la CNT.

José Antonio Jiménez Cubero | Periódico CNT

La
lucha de estas mujeres trabajadoras había comenzado prácticamente desde el
mismo día de la proclamación de la IIª República a mediados de abril de 1931.
Aquel mismo otoño, bajo el principio de igual trabajo, igual salario, las
trabajadoras de Cazalla salieron a la calle junto a los hombres para solicitar
un aumento de salarios y unas condiciones laborales paritarias y dignas en las
tareas de recolección de la aceituna de molino. La primavera siguiente y con el
mismo motivo, volverían a manifestar su descontento.

Para entonces, a principios del verano `caliente´
de 1932, cuando la autoridad gubernativa provincial ordenó el cierre de la sede
de la CNT de Cazalla y mandó requisar los Libros de Registro de Afiliados del
sindicato, bajo el epígrafe “Mujeres”, constaban los nombres de noventa y nueve
afiliadas. Así mismo, por la prensa de la época, sabemos de su activa
participación en los numerosos mítines y actos que se celebraron en el pueblo
durante la campaña electoral de 1933.

Otro episodio significativo de la lucha de
las trabajadoras fue la huelga que el gremio de silleras llevó a cabo a finales
de abril de 1934. Las mujeres representaban el 76% de los trabajadores de dicho
gremio, pues era una labor que podían hacer y de hecho hacían,
mayoritariamente, en sus domicilios y trabajando `por cuenta´. Durante el
desarrollo de la misma, la Guardia Civil las hostigaría de forma violenta y
continua, impidiéndoles en muchos casos incluso salir de sus casas bajo
amenazas de multas y detenciones.

Pese a todas las trabas y adversidades,
después de una semana de huelga, a la que se adhirieron otros gremios como el
de las lavanderas y acarreadoras de agua, lograron que los patronos accedieran
a sus reivindicaciones. Para entonces ya tenían claro cuál era el camino a
seguir en la lucha por sus derechos y dignidades, tanto como personas en cuanto
como trabajadoras.

El
Sindicato de Empleadas del Servicio Doméstico, también referenciado en algunas
ocasiones como Sindicato Obrero de la Mujer, afecto al Sindicato de Oficios
Varios de la CNT, echó a andar, en una habitación del primer piso del local que
la organización anarquista acababa de abrir en la calle Baños esquina a Fermín Galán
tras la victoria del Frente Popular en los comicios de febrero de 1936. Allí
establecieron una pequeña oficina donde llevar sus asuntos a la par que una
escuela nocturna donde aprender «a leer, a echar cuentas
y a escribir para que las patronas no las engañasen», tal
y como indicó en su testifical ante los tribunales franquistas cuando fue
detenida en 1939, Luisa Calvo Vera, más conocida por su apodo de `La Remangá´, alma mater y secretaria general de la
organización.

  En
los meses siguientes el sindicato anarquista desarrollaría una intensa campaña
de movilización entre las trabajadoras del servicio doméstico del pueblo dando
a conocer, mediante diversas reuniones y mítines, entre afiliadas y
simpatizantes, sus propuestas y bases para la regularización del trabajo en un
sector laboral que hasta la fecha se había regido por unas relaciones de
servidumbre y dependencia, rayanas en la esclavitud, entre las asalariadas y
sus patronos.

Al
igual que ocurriese en otras localidades de Andalucía, donde también se habían
organizado estos sindicatos de género, a finales de mayo de 1936, las empleadas
del servicio doméstico de Cazalla de la Sierra presentaron en el ayuntamiento
de la localidad las Bases de Trabajo que habrían de regular su actividad
profesional. Efectivamente, el 28 de mayo, la Sección de Empleadas del Servicio
Doméstico del Sindicato de Oficios Varios de la CNT entregó, en mano, en el
ayuntamiento de Cazalla, un escrito donde se recogían las susodichas bases que
acababan de ser aprobadas en asamblea por las afiliadas y simpatizantes del
sindicato. En el mismo escrito solicitaban una reunión con los patronos
empleadores para darles a conocer lo aprobado y discutir con ellos ciertos
términos que habían quedado por definir. Dicho escrito, firmado por la tesorera
de la organización, Manuela Romero Bogallo, y las Adjuntas, Dolores Acosta
Benítez y Manuela Gallego Sayago, recogía los siguientes puntos:

 1º A partir
de la fecha en que estas bases sean firmadas empezará a regir la jornada de
siete horas.

 2º La jornada
empezará a las nueve de la mañana.

 3º Queda
terminantemente prohibido que las mozas sirvientas se queden por la noche a
dormir en casa de los patronos.

 4º Quedan
obligados los patronos a aumentar en un 50% a las criadas que tengan que pernoctar
en casa del patrono y que esto sea por convenio entre patronos y obreras.   

 5º En caso de
accidente el patrono vendrá obligado a pagar el jornal íntegro mientras dure la
lesión.

 6º En caso de
incapacidad permanente la accidentada percibirá un tanto por ciento comparado
al jornal que ganaba en el momento de accidentarse.

 7º Los
patronos vienen obligados a dales a las mujeres que tengan a su servicio el
Domingo como día de descanso.

 8º Para las
limpiezas generales los patronos están obligados a buscar una mujer que los
realice.

 9º Las mozas
sirvientas quedan exentas de acarrear agua.

10º Queda determinado que ninguna moza sirvienta
lavará ropa alguna en las siete horas de su jornada.

11º
Para lavar la ropa los patrones han de contratar otras mujeres que se llaman
lavanderas.

12º
Precios generales: Cocineras: 40 ptas/mes. Cuerpo de Casa: 35 ptas/mes.
Niñeras: 30 ptas/mes. Lavanderas: 0´75 ptas/hora. Limpiadoras: 0´75 ptas/hora  

Dicha reunión nunca llegaría a celebrarse
ante la ausencia de representante alguno de la patronal. Al día siguiente, el
sindicato llamaría a la huelga a las trabajadoras, quienes, de forma
mayoritaria, secundaron la misma. Durante la semana y media que duró el
conflicto las trabajadoras realizaron varias manifestaciones por las calles
principales de la localidad, además de organizar piquetes para impedir la
entrada de otras criadas en los domicilios y presentar varias denuncias contra
una serie de patronas que habían coaccionado a sus sirvientas para que no se
sumaran a la huelga.

No hay duda de que las propuestas presentadas
por el sindicato –regularización de horarios, separación de tareas, jornales
específicos para cada actividad, etc. -levantaron una gran expectación entre
las asalariadas del pueblo, que se traduciría en una movilización importante
entre el colectivo durante el desarrollo de la huelga.

Aunque al finalizar la tercera semana de
junio el paro de criadas llegó a su término por agotamiento y las empleadas se
reintegraron a sus trabajos nada volvería a ser lo mismo a partir de entonces
en las relaciones interclasistas de la sociedad local. Lo que en aquel momento
ignoraban aquellas mujeres organizadas era lo caro que iba a costarles su
valentía y lo poco que disfrutarían de la misma. Apenas dos meses escasos
después, el doce de agosto de 1.936, tras la ocupación de la localidad por las
tropas sublevadas del Comandante Buíza, la derecha local comenzaría a ajustar
las cuentas de su venganza.

José Antonio Jiménez
Cubero, autor del libro Crónica Local de
la Infamia: la represión de las mujeres republicanas de Cazalla de la Sierra
(Sevilla,
2014, Edición del Autor).

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