Un año después de la huelga del 14N ya sabemos la sentencia
contra Xurxo García, compañero de CNT desde hace diez años. Le piden un año de
prisión, un mes de multa y una indemnización de 150 € al policía supuestamente
agredido. Aunque por la cuantía de la sentencia finalmente no pisará la cárcel, el compañero analiza su caso y la situación represiva generalizada que se vive en el país.
D. Font | Periódico CNT
Pregunta-. ¿Qué sucedió para que te
detuvieran?
Respuesta-. Me dirigí con mis
compañeros de la CNT al piquete del polígono del Tambre a repartir panfletos e
informar a los coches, que iban a trabajar, de la huelga general bajo un fuerte
aparato policial. Sobre las seis y media de la mañana, después de que los
policías se agruparan alrededor de un furgón, cuatro de ellos corrieron tras de
mi y me detuvieron violentamente reduciéndome al suelo sin que yo conociera el
motivo. Uno de ellos con dos dedos de la mano tiró fuertemente de mi nariz
hacia atrás con el simple motivo de hacerme daño, ya que yo ya estaba reducido
y no opuse resistencia. De hecho hice peso muerto sabiendo que unos segundos le
darían a los medios tiempo para filmar y fotografiar lo que estaba ocurriendo.
Acto seguido me esposaron y metieron en un furgón con destino de la comisaría
nacional de la policía donde presté declaración (pasiva, solo aceptando que mi
nombre es correcto). Allí me acusaron, ante mi estupefacción, de haber golpeado
fuertemente a un policía antidisturbios en un hombro, sin motivo ni mediar
palabra y haberle causado una fuerte lesión (a un agente antidisturbios repleto
de medidas extremas de seguridad
antitrauma: hombreras, coderas, tobilleras rígidas).
Después de dos o tres horas en una celda y
haber intentado tener una casual conversación conmigo en el pasillo (bajo
ocultos micrófonos) dos policías que intentaban sacarme información vino mi
abogada de la CNT y pude salir, ya acusado formalmente de Atentado, con pena mínima
de un año de cárcel.
P-. ¿Te esperabas la condena?
R-. Claramente. No solo porque sabia
que la policía mentiría, tal y como ha ocurrido, diciendo que iban tan solo con
chalecos reflectantes a una huelga general, sino porque en la (in)justicia, la palabra
de un policía siempre tiene más valor que la de un ciudadano, con lo cual
estaba ya prácticamente condenado.
P-. ¿Qué se puede hacer ahora?
R-. No hay nada que hacer. Le hemos
dado vueltas y no se puede hacer nada.
P-. CNT Compostela comenta que la
capital gallega está viviendo un experimento represivo, ¿en qué se concreta?
R-. Aunque legalizamos todas las
manifestaciones siempre acaba llegando una multa por pegar carteles o cualquier
otro motivo, llevamos cuatro. Las identificaciones y el control se perciben en
aumento, son mucho más numerosas. También hubo una ley a nivel del ayuntamiento
para o no poder hacer actos que antes si se podían hacer o pagar por ellos
(mesas de venta de libros, enchufarse a la luz municipal) aunque al final no
consiguieron aprobarla. Es evidente que están por un control y represión en
aumento para refrenar la posible contestación a nuevas leyes.
P-. ¿Cuanta gente libertaria ha
sufrido represiones en Compostela?
R-. En mi conocimiento está un
compañero del sindicato al que registraron su domicilio y mi caso, pero
asimismo han condenado a otros movimientos no libertarios, como el caso de los independentistas
en un juicio farsa en Madrid, calificándolos de `organización terrorista´ con
todo lo que ello conlleva.
P-. ¿Se está dirigiendo sobre todo
contra la CNT?
R-. Mi opinión es que no. Considero
que quieren controlar a población y organizaciones en general, pero de momento
no han hecho distinciones.
P-. ¿Qué opinas de la Ley Mordaza?
R-. El Estado sabe cuando puede y
cuando no puede sacar una ley así de grave contra la población. Están crecidos viendo que la gente está
atemorizada entre paro, crisis e incertidumbre. Han conseguido crear este
escenario y esta nueva ley les permite campar a sus anchas ante toda
contestación de desobediencia civil. A medida que pasen los meses desde la
contestación veremos como podemos seguir luchando, y a que escenario nos lleva.
Esta ley es gravísima, pero ya casi nadie confía en los mensajes de los que
manejan las leyes; esa es la parte buena, se han quitado la careta, y semejante
desconfianza de los ciudadanos en el sistema no ocurría desde hace tiempo.