Laboratorio anticapitalista en el noroeste de Francia

Cientos de personas luchan por impedir la construcción de un aeropuerto e intentan crear una sociedad alternativa desde hace varios años en la Bretaña gala.

@cesarprietop | Periódico CNT

Existe
en el noroeste de Francia un pequeño territorio que escapa, de facto, al
control de la República Francesa. Se sitúa a 20 km al norte de Nantes al lado
de la localidad de Notre-Dame-des-Landes. Se trata de unas 1650 hectáreas del
típico bocage de Bretaña y es sin duda uno de los mayores centros okupados de
Europa. Más de un centenar de personas viven allí de forma permanente en
cabañas fabricadas por ellos mismos  con
tablones y ramas. Se trata de la ZAD: para el Estado Zona de Ordenación
Diferida y para sus okupantes Zona A Defender. Y es sin duda un espacio de
construcción de un sistema alternativo, una experiencia de socialismo real en
el capitalismo, un lugar donde la propiedad privada, el dinero y la autoridad
tienen poca cabida. Quienes lo habitan intentan impedir la construcción de un
aeropuerto, pero pretenden también luchar contra la sociedad que lo quiere
sacar adelante y sus derivas, de ahí su eslogan: “Contra el aeropuerto y su
mundo”.

Un proyecto faraónico antiguo con una
oposición bien arraigada

El
proyecto viene de lejos. Se le ocurrió a algún burócrata en 1963 para
reemplazar el aeropuerto de Nantes que se sitúa cerca del centro de la ciudad.
El objetivo es crear un gran aeropuerto (Aeropuerto del Gran Oeste) que sirva
de referencia para toda la región y evite que todos los vuelos se concentren en
los grandes aeropuertos parisinos. Y desde hace unos años se ha convertido en
el proyecto personal de Jean-Marc Ayrault, el actual primer ministro socialista
francés que ocupó la alcaldía de Nantes entre 1989 y 2012. El coste oficial del
proyecto debería ser de 556 millones de euros aunque algunos medios franceses
estiman el coste real a unos 4000 millones. La concesión del proyecto fue para
Vinci, empresa francesa que se reivindica como la constructora más importante
del mundo.

Por
suerte para quienes quieren salvaguardar este espacio natural, la oposición a
esta mega construcción también viene de lejos. Concretamente de 1972, cuando se
constituye la ADECA, asociación que agrupa a los ganaderos y agricultores
afectados. En el año 2000 nace la ACIPA, que es una asociación ciudadana contra
el proyecto. Ambas organizaciones no cesarán de recibir apoyos de casi toda la
izquierda francesa y de organizaciones libertarias como la Federación
Anarquista.

Las
acciones de protesta se suceden a lo largo de los años: marchas,
manifestaciones en Nantes y en París, huelgas de hambre… Las primeras
ocupaciones tendrán lugar en 2008 y más masivamente en 2009 cuando se celebra
en la zona un campamento de acción contra el cambio climático. En octubre de
2012 la policía lanza una operación para desalojar la zona: la Operación César
y sus habitantes responden con la Operación Astérix. Vendrán enfrentamientos de
gran dureza en los campos, en los bosques, y en las barricadas que se
instalarán en las carreteras. El balance serán numerosos detenidos, heridos
graves y sobretodo muchas ganas de continuar la lucha. Por ello el 17 de
noviembre de 2012 se organiza una gran manifestación de reocupación que será un
gran éxito puesto que hasta hoy la policía no ha conseguido el desalojo.

Un modelo basado en comunas federadas

La zona okupada se extiende sobre unos 7 kilómetros de largo y 2 de ancho, ocupando
el área de lo que podría ser el aeropuerto. La cruzan varias carreteras; una de
ellas tiene barricadas cada 30 m y los coches deben circular muy despacio para
poder evitarlas. Se trata de uno de los numerosos métodos de defensa contra el
siempre inminente ataque policial. En total hay una veintena de lugares
habitados, algunos con sólo una cabaña y otros con varias. Algunas tienen
huertos, hornos caseros, almacenes… Cada lugar dispone de una autonomía
completa y el espíritu del lugar depende de la personalidad y de la ideología
de sus pobladores. Cada dos semanas se celebra una asamblea general donde se
habla de la actualidad relacionada con el aeropuerto, de proyectos para atraer
gente, de la presencia policial y se solucionan los problemas de convivencia. Desde
el mes de mayo ya no hay controles para entrar y salir pero cientos de
antidisturbios permanecen en la región, listos para el desalojo.

La
mayoría de la gente que se encuentra allí son “turistas”, es decir gente
interesada por conocer lo que sucede, que viene de todas partes de Francia y
del mundo para quedarse unos días o unas semanas. La hospitalidad es muy grande
y nunca falta un colchón donde dormir o un plato de comida. A cambio se suele
ayudar con tareas como cortar madera, ocuparse del huerto, ir a los pueblos
aledaños a recolectar comida…etc.

Un espacio de anarquía

Uno de
los grandes logros de la ZAD es que agrupa a todo tipo de personas que luchan
por un sistema alternativo: ecologistas, libertarios autónomos,
anarcosindicalistas, “hippies sesenteros”, “perroflautas”, ciudadanos
indignados y quienes simplemente buscan huir de la sociedad capitalista como
personas condenadas a prisión o adolescentes que huyen de una vida difícil.
Escasean los comunistas autoritarios y la tendencia es claramente libertaria, algo que los grandes medios suelen obviar. Muchos están convencidos de que el
aeropuerto nunca se hará, por la coyuntura económica y sobre todo por el
inmenso rechazo social que hay en toda Francia hacia el aeropuerto, pero
mantienen dudas respecto a si este proyecto de autogestión podrá sobrevivir en
el tiempo.

Parece
evidente que la utopía se ha hecho realidad en Notre-Dame-des-Landes aunque el
ciudadano de a pie tendrá que ser capaz de mirar más allá del aspecto primitivo
del lugar (sin agua, sin luz, sin internet, sin televisión, sin gas…) para ver
la libertad y la solidaridad de la que gozan sus habitantes.

Algunos
espacios de autogestión parecidos se han desarrollado en diferentes puntos del Estado para luchar contra otros megaproyectos. Sin embargo hay que saber
gestionar con mucho cuidado estos “espacios” que conscientemente el Estado cede
a quienes considera como lo más bajo de la sociedad, apartándolos de todo, para
que luego la prensa lo manipule y lo muestre como una derrota de cualquier
sistema alternativo y sobre todo como algo totalmente ajeno a la mayoría de la
población.  

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