COLUMNISTAS | ENRIQUE HOZ
Llega
2014. Cambiar de año, como forma imaginaria de abrir y cerrar puertas, invita a una reflexión que debe ir más allá
de la sinsorga ilusión teledirigida de salud, dinero y amor, reciclada a día de
hoy en el políticamente correcto dinero, dinero y más dinero.
Leo
que en un informe sobre la reforma laboral de 2012, realizado por la OCDE a
petición del Gobierno, se plantea, entre otras cosas, reducir aún más los
elevados costes de despido que ralentizan la creación de empleo. En la
redacción de la reforma laboral los corruptos peperos reconocían en uno de sus
párrafos que «las reformas laborales realizadas en
los últimos años, aún bienintencionadas y orientadas en la buena dirección, han
sido reformas fallidas».
Reformas con las que
se abarataba el despido, además de facilitarlo, son consideradas fallidas y qué
mejor que enmendar un fallo persistiendo en él. Qué disparate.
Dado
que un servidor hace tiempo que duda de la salud mental de quienes pretenden
convencerme de que la forma de crear empleo es destruirlo; y dado, también, que
dudo igualmente de la salud mental de quienes se creen semejante majadería, mi
primer deseo para el año entrante, sin olvidar nuestra querida Revolución
Social, consiste en anhelar que la conocida frase «cada
día que amanece el número de tontos crece»
pierda vigencia, aunque solo sea un poco.
